Los sospechosos de siempre. Los desprevenidos habituales. Los culpables inesperados. Las vueltas de tuerca del thriller son tan naturales al director David Fincher como los dibujos animados para Pixar o las superproducciones en manos de Spielberg. Su anterior película, La chica del dragón tatuado (2011), demostró que el realizador se mantenía en la misma excelente forma que en los tiempos de Los siete pecados capitales (1995) y que adaptar bestsellers no lo intimidaba. Por el contrario, lo fortalecía. Este año, Fincher retorna con Perdida, su versión de la novela homónima de la escritora estadounidense Gillian Flynn. Es, desde ya, una de las obras esperadas del año y el reciente anuncio de que abrirá el Festival de Cine de Nueva York el 26 de septiembre sube sus bonos en la temporada de premios.
La película tendrá su estreno en Chile sólo una semana después, el 2 de octubre, como parte del lanzamiento global esos mismos días en Europa y América. Protagonizada por Ben Affleck como el ex periodista Nick Dunne y Rosamund Pike en el rol de su esposa Amy, Perdida es una historia que bajo su simpleza va desnudando algo más que un supuesto caso de asesinato o secuestro. Va mostrando incomunicación familiar, hastío conyugal, miseria en las relaciones y arribismo al por mayor.
La novela original de Gillian Flynn, publicada en el 2012, indagaba también en la descripción de la vida provinciana de Nick y Amy Dunne, dos ex neoyorquinos que ante la falta de trabajo deben conformarse con tener una vida menos sofisticada en un pueblo del estado de Missouri.
Nick perdió su trabajo como periodista en la gran urbe y ayudado monetariamente por su esposa establece una nueva vida en el medioeste, donde sus padres lo vieron crecer. Amy, que a los cinco años de matrimonio ya agotó varias veces sus reservas de paciencia y no puede olvidarse de los viejos tiempos, desaparece súbitamente de casa y la situación se transformará en un caso de interés nacional.
Todas las sospechas de asesinato recaen, con razón, en Nick: hay antecedentes de una relación en fase terminal, él ha utilizado el dinero de ella para su bar y la frialdad con que se refiere a su esposa ante las cámaras de televisión no le ayudan a captar simpatizantes.
En la película, como en la novela, el presente es narrado por Nick y el pasado por Amy, quien describe las escenas de la vida conyugal, sean buenas, discretas o malas.
Publicada en 2012, la novela de Gillian Flynn (que, como Nick Dunne es una ex periodista despedida de su trabajo), escaló rápidamente posiciones y ocupó ocho semanas seguidas el primer puesto en la lista de The New York Times. Al final del año había vendido dos millones de copias y, de acuerdo al crítico cultural de The New York Times, David Itzkoff, se trató de uno de los dos fenómenos literarios del 2012 junto a Cincuenta sombras de Grey. Es más, Perdida fue la novela que logró sacar de su primer puesto al bestselller de E.L. James.
EN LAS MANOS DE FINCHER
Los derechos de la novela fueron rápidamente rastreados por los estudios de Hollywood y el trato final fue de 2.5 millones de dólares para la compañía productora de la actriz Reese Witherspoon (Johnny & June). Ella se reservó el derecho a elegir al director y desistió de involucrarse como actriz.
A estas alturas las obras de Gillian Flynn son bienes altamente apetecidos en Hollywood e incluso para antes del estreno de Fincher en el Festival de Nueva York se anuncia la exhibición comercial en EE.UU. de otra película basada en una de sus tres novelas: es Dark places, con Chloë Grace Moretz y Charlize Theron. Realizada en tiempo récord por el francés Gilles Paquet-Brenner, adapta su segunda novela, La llamada del Kill Club, que arribó hace poco a Chile. También se ambienta en el medioeste estadounidense y relata el caso de una muchacha cuya familia murió en manos de una secta satánica.
Este largometraje es una suerte de precalentamiento para Perdida, que ya tiene dos sinopsis disponibles en la web. En ambas, Ben Affleck es el dueño de las escenas y se percibe una atmósfera de linchamiento, de infierno de pueblo chico. El personaje dice una y otra vez ante sus vecinos, la policía y la televisión la frase "Yo no soy un asesino, yo amaba a mi esposa". Es el mantra de la historia y puede ser verdad o no: a diferencia de Dark places, Perdida contó con Gillian Flynn en el guión. La escritora decidió enrarecer aún más el aire de la narración y le cambió el final a la historia.
El director David Fincher, como suele hacer, no ha hablado demasiado de la cinta. En rigor, casi nada y es probable que no sea necesario. Seguramente la película ya dará bastante que contar al momento de su estreno.