Una periodista española que desapareció en una conflictiva zona del noreste de Colombia se habría reunido voluntariamente en la selva con rebeldes de la segunda fuerza guerrillera del país, que estarían buscando la manera de regresarla, dijo el miércoles el presidente Juan Manuel Santos.
Salud Hernández, periodista del diario El Mundo de España y El Tiempo de Colombia, desapareció el sábado cerca del municipio de El Tarra, en el departamento de Norte de Santander, fronterizo con Venezuela, cuando realizaba un reportaje sobre cultivos de hoja de coca.
La desaparición de Hernández, de 59 años y quien reside en Colombia desde hace casi dos décadas, provocó temores de que hubiera sido secuestrada por el Ejército de Liberación Nacional (ELN), que hasta el momento no ha confirmado ni negado que la periodista se encuentre con alguno de sus frentes.
"La información que tengo, que estoy verificando, (es que) ella se fue a hacer un trabajo periodístico por su propia voluntad, que se reunió con el ELN. Que el ELN está esperando a ver cómo puede regresarla a la libertad o regresarla a su trabajo normal", dijo Santos a periodistas.
Las Fuerzas Militares lanzaron una operación por aire y tierra para ubicar a la periodista. En tanto, dos reporteros de un canal de televisión que viajaron a la zona para cubrir la noticia habrían sido retenidos por un grupo armado, al parecer rebeldes del ELN, y todavía se desconoce su ubicación.
Otros tres reporteros que también llegaron a la zona para cubrir la situación de Hernández aparecieron sanos y salvos el lunes en la noche, después de permanecer retenidos por hombres armados que se identificaron como integrantes del ELN.
En la zona donde desapareció Hernández hay extensas plantaciones de hoja de coca, materia prima de la cocaína, y tienen presencia estructuras guerrilleras de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), del ELN y bandas criminales.
El Gobierno y el ELN, que cuenta con unos 2.000 combatientes, acordaron a finales de marzo iniciar un diálogo de paz como parte de los esfuerzos para acabar con un conflicto de más de medio siglo que ha dejado 220.000 muertos.
Pero Santos condicionó el comienzo de la negociación a que el grupo rebelde, considerado como una organización terrorista por Estados Unidos y la Unión Europea, suspenda los secuestros y los ataques contra los oleoductos.