El periodista afgano Tahir Ludin, que junto al reportero estadounidense David Rohde escaparon el viernes de los talibanes que los secuestraron siete meses, reveló que ambos sufrieron amenazas de muerte y que huyeron gracias a una cuerda que habían escondido, publica hoy la prensa local.
Ludin y Rohde, dijo el primero al diario The New York Times, "sufrieron amenazas de muerte" por parte de sus captores, además de revelar que durante "los últimos dos o tres meses se sentía tan desesperanzado, que contempló la posibilidad del suicidio".
Ambos periodistas y el conductor Asadullah Mangal fueron secuestrados el 10 de noviembre de 2008 en la provincia de Logar, al sureste de Kabul, cuando Rohde hacía una investigación para un libro, según The New York Times, e intentaban contactar al comandante talibán conocido como Abu Tayeb.
Rohde forma parte del equipo de periodistas del Times que ganó un Premio Pulitzer este año por su cobertura durante 2008 de los acontecimientos en Afganistán y Pakistán.
El director editorial del Times, Bill Keller, dijo que desde el secuestro de Rohde el diario y otros medios de comunicación estadounidense mantuvieron un relativo silencio "para no perjudicar la situación de los hombres".
Ludin, que ya había escoltado a otros periodistas extranjeros para entrevistarse con Tayeb, relató al diario que estuvieron encerrados en varias casas del área tribal de Pakistán.
Al ver que el secuestro se prolongaba, ambos periodistas idearon un plan para el que necesitaban estudiar posibles vías de escape, por lo que algunas veces Ludin se fingió enfermo para salir a visitar a un doctor y otras veces pidió a sus secuestradores que le dejaran ver los partidos televisados de cricket, un deporte que decía adorar, dice el diario.
Cuando el pasado viernes escaparon, antes intentaron mantener despiertos a sus captores lo más posible para que cuando se durmieran, lo hicieran profundamente, ya que todos descansaban en la misma habitación.
"Hacia la una de la madrugada Rohde despertó a Ludin y salieron de la habitación. Ludin recitó varios versículos del Corán y le siguió. Llegaron al segundo piso y Ludin llegó a lo alto de un muro de casi tres metros", relata el Times, que señala que de allí se bajaron con ayuda de una cuerda de unos siete metros que Rohde había escondido de sus guardianes unas semanas antes.
Durante la fuga Ludin se torció un tobillo y se hizo varios cortes y señaló que cree que sus secuestradores no oyeron el golpe de la caída desde el muro por el ruido que hacía el aparato de aire acondicionado, además de que aunque unos perros ladraron, nadie salió a ver qué ocurría.
Después de caminar durante un cuarto de hora, indica el Times, ambos periodistas llegaron hasta un puesto fronterizo paquistaní, donde los guardias que lo custodiaban los confundieron con terroristas suicidas y les apuntaron con sus armas.
Ludin relató que tardó más de un cuarto de hora en convencer a los policías paquistaníes de que había sido secuestrado con el periodista estadounidense, que "no lo parecía por su larga barba y sus vestidos islámicos".
También señaló que Mangal, el conductor, no huyó porque tenía mucho miedo de los secuestradores.