En el año 2013 Sudáfrica quedó huérfana. Nelson Mandela, líder incontestable en la lucha por los derechos humanos y verdugo del apartheid en su país, falleció de muerte natural a los 95 años en Johannesburgo. Once meses antes, en el día de San Valentín, el atleta y campeón de los Juegos Paraolímpicos del 2012, Oscar Pistorius, había matado a su novia Reeva Steenkamp de cuatro disparos. Ese fue también el año en que John Carlin, corresponsal extranjero durante seis años en el país de Mandela, retornó a Sudáfrica. Tras haber escrito al menos dos libros sobre el Nobel de la Paz, Carlin ahora se tendría que enfrentar a la difícil historia de Pistorius, un triste ídolo con pies de barro. El resultado de tal tarea fue el libro Pistorius, la sombra de la verdad, publicado recientemente en español.
Columnista del diario El País de España, John Carlin se encuentra en Chile para inaugurar hoy a las 12 horas el año académico en la Escuela de Periodismo de la Universidad Alberto Hurtado.Además prepara una crónica sobre el Chile actual y mañana estará en la entrega del Premio Periodismo de Excelencia de dicha universidad.
Sus narraciones han dado la vuelta al mundo en español e inglés (domina ambos idiomas), sus artículos deportivos le han arreglado la cara al periodismo de esta área (aunque él dice que no es un experto) y su privilegiada pluma le permitió elaborar una de las mejores reflexiones periodísticas sobre la relación entre la gran política y los eventos masivos. Se trató del mencionado El factor humano, que da cuenta del sagaz espíritu de Mandela, capaz de detectar en la Copa Mundial de Rugby de 1995 el catalizador de la paz en un país en riesgo de Guera Civil. El libro fue llevado al cine por Clint Eatswood con Morgan Freeman y Matt Damon, bajo el nombre de Invictus.
A diferencia de Mandela, Pistorius es un personaje condenado por la opinión pública, ¿Eso le significó más complicaciones a la hora de escribir?
De cierta manera, sí. Aunque claro, Mandela también tenía sus sombras, sobre todo en su vida familiar y doméstica, que fue desastrosa. Y es muy comprensible: hay muchos personajes públicos que triunfan porque invierten toda su energía en sus proyectos políticos, deportivos o artísticos. Nunca pudieron atender a la familia, por ejemplo: ese fue el punto débil de Mandela. Por otro lado, la figura de Oscar Pistorius es muy compleja y diferente. Es un tipo absolutamente heroico que de la noche a la mañana mata a alguien. Y, claro, el problema es que a la gente le encanta simplificar: o alguien es bueno o malo, sin ningún matiz.En nuestra época de twitter y redes sociales ese tipo de opiniones desaforadas se multiplican. Al escribir el libro de Pistorius me enfrenté a posturas bastante opuestas sobre él, pero sin ningún tipo de matices. O lo consideraban un asesino sin redención o un santo injustamente condenado. Por lo mismo, fue mucho más complicado este libro.
¿Tras el crimen que cometió Pistorius, tomó rápidamente la decisión de escribir el libro?
No, para nada. Ni siquiera fue idea mía. Pasó cerca de un mes y un amigo me dijo que Oscar Pistorius era un excelente personaje para hacer una gran crónica. Y, claro, no me demoré mucho en encontrarle la razón a mi amigo. Pistorius fue un tipo muy especial, capaz de cambiar las percepciones de muchísima gente sobre los discapacitados. De darles una dignidad y un orgullo que antes no tenían. El hombre es un caso especial de autosuperación y era el grán héroe sudafricano después de Mandela. Hace unos años coescribí la biografía de Rafael Nadal y él ya me parecía un ejemplo brutal de sacrificio. Pues bien: creo que Pistorius es algo así, pero multiplicado por cien.
En su investigación, ¿logró entender algo de lo que pasa por su cabeza?
Para ser sincero, apenas logro comprender lo que sucede en mi propia cabeza, pero por lo menos pistas: me parece que tiene múltiples personalidades, que representan en un sólo hombre lo mejor y lo peor de la especie. Y tiene que ver con muchas cosas. Primero, obviamente, con ser amputado de ambas piernas a los 11 meses. Pero también con la figura de su madre, que fue la persona que lo convenció de que iba a poder hacer lo que él quisiera en la vida. Ella le da ese carácter extremo y arriesgado a Pistorius. Pero por otro lado, ella bebía demasiado, tenía un miedo terrible a ser atacada en casa, dormía con una pistola en la almohada. Para remate, muere cuando Pistorius tiene 15 años.
Ud. conoció bastante a Nelson Mandela, ¿qué característica de él le quedó grabada?
Uf. Hay muchísimas. Quizás su bondad. Lo que pedía de la gente era generosidad y respeto. A partir de esos dos principios elabora todo su actuar político. Su éxito reside en que era capaz de transmitir una gran integridad y coherencia tanto a sus partidarios como a sus enemigos. Pero por otro lado no nos debemos olvidar que antes que nada era un extraordinario líder político. Muchos tienen esa imagen generalizada de Mandela como una suerte de Jesucristo o Gandhi y, bueno, está bien, pero sobre todo era un político, un ser genéticamente programado para seducir y convencer a la gente. Puede sonar mal, pero fue un gran manipulador y aquella es una cualidad sólo de un gran político.
Usted es un periodista de diarios, de papel, ¿cómo ve el futuro de los periódicos?
Sospecho de que el papel desaparecerá. Es una cuestión de tiempo. Las pantallas, en sus insospechadas formas del futuro, lo reemplazarán. Por otro lado, me parece que la esencia de nuestra profesión siempre estará ahí. Es decir, a lo largo de toda la historia hubo contadores de noticias, desde la época de las cavernas. Y seguirán existiendo. Es una necesidad.