Un camión blanco se estaciona frente a la entrada principal del hotel de Chile de Kazán. No es un camión pequeño. Su capacidad de peso es superior a los cinco mil kilos. Es el tamaño justo, y no es exageración, para meter todo el equipaje que lleva la selección chilena por Rusia durante la Copa Confederaciones.
Cinco horas antes del vuelo a San Petersburgo, empieza el desfile de peonetas rusos, que salen y entran desde el lobby del edificio. Con uno, dos y hasta tres maquetas cada uno. Bolsos chicos, grandes y monstruosos. La mayoría con ruedas, para que sea más fácil su traslado. Cuando parece que el trabajo está terminado, se abre el ascensor y los utileros de la Roja aparecen con más valijas. Y todavía faltan las heladeras, las máquinas de ejercicios, los utensilios médicos, equipo audiovisual…
Para anotar: en total, el peso de la selección chilena en Rusia es de 4 mil 500 kilos, aproximadamente, sin contar lo que marca en la balanza cada persona que integra la delegación. El remolque del camión está a la mitad de su capacidad. Algunos de los muchachos contratados para el caso, se sientan sobre algunos de los bolsos, exhaustos. No saben todavía que les queda mucho por acarrear. El chofer del vehículo se lo recuerda en el idioma local. Imposible de entender para un chileno común, pero en el tono se nota claramente que no son palabras amistosas.
Aparece el equipaje de los kinesiólogos: dos camillas plegables para hacer masajes a los jugadores. Aparatosas, pero livianas. De la nada, sin embargo, se empiezan a estacionar a un costado de la carrocería cinco bicicletas estáticas. Hasta Alejandro Richino, el preparador físico de la Selección, ayuda a acercarlas al camión. No son livianas, hay que subirlas entre varios. Las cinco máquinas de ejercicio no vienen desde Santiago, fueron arrendadas en Moscú y ahora son parte de la caravana.
Se siguen acumulando los bolsos de cuatro ruedas y todavía faltan las maletas particulares de cada jugador y miembro del cuerpo técnico. Aparecen entonces las heladeras, seis para ser exactos, con la marca de bebida energizante que auspicia al bicampeón de América.
¿Cuánto peso llevan de un lado a otro? "¡Uff! Más de cuatro toneladas!", indica uno de los utileros mientras resopla. A esa altura, la carga ya está completa: casi al tope de lo que permite el camión. Algunos detalles: cerca de 200 pares de zapatos de fútbol, seis mudas de entrenamiento por cada uno de los futbolistas, la misma cantidad de indumentaria oficial para desplazarse fuera de la cancha. Tres juegos de camisetas, short y medias por partido.
El trabajo de los peonetas rusos está completo. En su primera parte. Aún falta la descarga en el aeropuerto internacional de Kazán. Son las 15.30 y el camión parte hacia la terminal, seguidos por un auto de FIFA que traslada a parte del equipo de utileros de la Selección. Una hora y media después, los jugadores, técnicos, dirigentes y médicos abandonan el hotel en el bus oficial de la Roja, que también traslada varios bolsos de cuatros ruedas y el equipaje de mano de cada uno.
Viajan confiados, conscientes de que al llegar a San Petersburgo, cada uno tendrá todo a la mano. El lunes por la mañana hay que cargar nuevamente las 4 toneladas y media. Y el deseo de todos es sumar 7,5 kilos al embalaje de la Roja. Son los 7,5 kilos que pesa la Copa Confederaciones de Rusia.