Tres franceses comparecieron ante el Tribunal Correccional de París que les juzga por haber tratado de vender tres cuadros de Pablo Picasso valorados en 50 millones de euros que fueron robados a su nieta en febrero de 2007, por lo que pueden ser condenados a penas de entre 4 y 7 años de cárcel.
Es lo que pidieron las acusaciones para los tres sospechosos, detenidos casi medio año después del robo cuando trataban de vender las obras que habían sido sustraídas del domicilio parisiense de Diana Widmaier-Picasso en el exclusivo distrito VII de la capital francesa.
Los tres hombres, que rondan los 60 años, están acusados de complicidad de robo.
El robo se produjo en la madrugada del 27 de febrero de 2007, cuando unos desconocidos penetraron en el apartamento y se llevaron dos oleos sobre lienzo, titulados "Maya à la poupée" (1938), con unas dimensiones de 60 centímetros de ancho por 74 de alto, y de "Portrait de Jacqueline" (1961), de 170 por 150 centímetros, además de un dibujo, también del pintor malagueño, titulado "Marie-Thérèse".
La policía evaluó el botín en 50 millones de euros y comenzó las investigaciones para tratar de encontrar a los ladrones, al tiempo que vigiló el mercado de las obras de arte, al considerar que los cuadros robados eran difíciles de vender dada su fama.
Pese a que se encontraron restos de ADN en el lugar del robo, las investigaciones parecían no llevar a ningún lugar hasta que un testimonio anónimo puso a los agentes sobre la pista de Jean Salah, un hombre de 61 años con un expediente policial limpio.
El seguimiento del sospechoso llevó hasta un segundo detenido, Paul Sabbah, de 57 años, que tampoco tenía antecedentes.
Un tercer hombre, Abdelatif Redjil, de 55 años, apareció en la investigación y, en este caso, se trataba de un viejo conocido de la policía que había sido arrestado en varias ocasiones por robo o complicidad de robo.
Los tres hombres fueron arrestados en plena calle el 7 de agosto de 2007 y los agentes encontraron, en perfecto estado, los tres Picassos en el automóvil de Jean Salah, mientras que en el de Abdelatif Redjil hallaron diverso material que pudo servir para el robo.
Tras su detención, los tres negaron ser los autores del robo, dos de ellos reconocieron que fueron contactados para vender los cuadros mientras que Abdelatif Redjil incluso negó este extremo.
En el juicio mantuvieron esa línea de defensa, aunque sus testimonios chocaron en algunas ocasiones con las conversaciones telefónicas que les intervino la policía.
Paul Sabbah y Jean Salah aseguraron que actuaron como intermediarios para la venta, un extremo que niegan los abogados de la familia Picasso, que esperan demostrar que se trata de ladrones.
"Conozco muy pocos aficionados que se encuentren con Picassos robados", aseguró el letrado, Olivier Baratelli.