Se llamaba el "Ritual de San Pedro" y se realizaba dos veces al mes. Un grupo de personas se reunía a tomar mescalina, un potente alucinógeno extraído del cactus San Pedro y cuya venta está prohibida en Chile.

El ingeniero Ricardo Jiménez era el organizador de estos encuentros, a los que asistían básicamente estudiantes universitarios y profesionales jóvenes que pagaban los $ 60 mil para participar en el "ritual". La jornada se extendía desde la 9.00 a las 21.00 horas y en ella los participantes recorrían a pie cerros y quebradas del Cajón del Maipo guiados por Jiménez y su pareja, María Frederick.

La rutina se interrumpió en diciembre del año pasado, cuando la Policía de Investigaciones (PDI) detuvo a la pareja, allanó la parcela de Los Rulos e incautó 24 cactus. El fiscal Jaime Retamal, de la Fiscalía Centro Norte, cerró la investigación contra ambos y solicitó una pena de siete años de cárcel para él y cinco para ella por la fabricación y el  tráfico del alucinógeno. Además, se les acusó de la tenencia ilegal de un revólver en la propiedad.

Según la investigación del Ministerio Público, entre julio y noviembre del año pasado se realizaron varios encuentros en la parcela, en los cuáles se consumía la mescalina. En el allanamiento a la parcela se encontró, además, una pequeña cantidad de marihuana y un litro de mescalina.

Además, los investigadores interrogaron a cinco personas que participaban en los rituales.

El tema abrió un debate, pues durante la investigación, Ricardo Jiménez aseguró que los encuentros tenían fines terapéuticos: atendía a personas que sufrían estrés, ansiedad y depresión. Aseguró que una sesión de nueve horas con el alucinógeno eran equivalentes a dos años de terapia sicológica convencional.

Consultado por La Tercera, Jiménez, quien además asegura ser psicoterapeuta, dijo ayer que presentará pruebas para acreditar su inocencia. "La acusación no tiene sustento, quiero dejar en claro que no soy un narcotraficante", dijo.

Insistió en que presentará testigos que participaron en los rituales de sanación en el Cajón del Maipo y darán cuenta de que se trata de un trabajo terapéutico. "De ahí a ser narcotraficante, hay un trecho bastante grande", sostuvo Jiménez. Señaló que a raíz de la investigación suspendió la realización de los rituales y que ahora se dedica a las terapias de reiki y a la "inducción de vivencias transpersonales".