Si Donald Trump gana la Casa Blanca el martes, se convertirá en el primer multimillonario en llegar a la presidencia de los Estados Unidos.

Los estadounidenses han elegido presidentes con experiencia de negocios previamente, entre ellos George W. Bush, que dirigió una empresa petrolera, y Herbert Hoover, ejecutivo minero. Pero todos pasaron a la política antes de aspirar al máximo cargo del gobierno en el país. Trump sería el primero sin hacerlo

El magnate de bienes raíces ha promovido desde el inicio su experiencia de negocios como punto atractivo para votantes frustrados con los políticos de carrera. "Necesitamos a gente en Washington que sepa cómo hacer las cosas", dijo Trump.

Pero seguiría la pauta de otros magnates que saltaron a la arena política en otras partes del mundo, con resultados mixtos. Algunos han conseguido convertir su destreza para los negocios en éxito en el gobierno. Otros han tenido mandatos plagados por escándalos, e incluso un golpe militar.

A continuación, una mirada a algunos de los multimillonarios que pasaron de los negocios a la política.

Sebastián Piñera, Chile 

El imperio financiero de Piñera abarcó numerosas partes de la sociedad chilena. Tenía acciones en la mayor aerolínea del país, una estación televisiva y el popular equipo de fútbol Colo-Colo.

Al pasar a la política, Piñera hizo campaña resaltando su experiencia en el sector privado y fue el primer conservador en gobernar Chile desde el final de la dictadura militar en 1990. Pero su presidencia arrancó con malos augurios: un fuerte terremoto afectó la toma de posesión.

Chile tuvo un sólido crecimiento económico en los cuatro años de Piñera en la presidencia, pero el presidente era sumamente impopular. La constitución de Chile prohíbe que los presidentes cumplan consecutivos. Piñera es elegible para las elecciones presidenciales en el 2018.

El empresario no se ha abstenido de hablar de los comicios estadounidenses, criticando fuertemente a Trump. En una presentación en Nueva York el año pasado, Piñera dijo que el republicano serí­a un lí­der divisivo y que su elección serí­a "una tragedia".

Petro Poroshenko, Ucrania

Conocido como el "Rey del Chocolate" de Ucrania, Poroshenko hizo su fortuna en la industria de golosinas. Ahora es un socio clave de Occidente para tratar de resolver la disputa entre Ucrania y Rusia.

Poroshenko fue elegido presidente en el 2014 tras la rebelión popular que llevó a la caída del líder pro ruso del país. El empresario se posicionó como amigo de Europa y los Estados Unidos y habla regularmente con el presidente Barack Obama y el vicepresidente Joe Biden.

Pero su mandato ha coincidido con más interferencia de Rusia en Ucrania, especialmente a lo largo de la frontera común. Washington ha enviado a Ucrania decenas de millones de dólares en ayuda no letal. Obama ha resistido los llamados a enviar armamentos.

No está claro qué tipo de respaldo tendría Poroshenko bajo un gobierno de Trump. Trump ha hablado favorablemente del presidente ruso Vladimir Putin y ha dicho que examinaría si reconoce Crimea "una región ucraniana anexada por Rusia" como territorio ruso.

La transición de Poroshenko de empresario a líder político muestra posibles peligros para el futuro financiero de Trump. El presidente ucraniano ha sufrido una severa declinación de su fortuna neta desde que asumió el cargo.

Thaksin Shinawatra, Tailandia

Multimillonario de telecomunicaciones, Thaksin fue el primer ministro de Tailandia hasta que fue derrocado por un golpe militar en el 2006.

Durante su mandato, Thaksin atrajo el respaldo de votantes pobres que apoyaron su reducción de los pagos en hospitales y otros programas sociales.

Pero la fortuna de Thaksin contribuyó a su caída política. Enfrentó acusaciones de corrupción luego que su familia vendió una compañía por 1.900 millones de dólares en una forma que le permitió evitarse pagar impuestos sobre la transacción, desatando un año de torbellino político en el país que concluyó con el golpe.

Silvio Berlusconi, Italia

Trump ha sido comparado frecuentemente con Berlusconi, tres veces primer ministro italiano.

Ambos son irreverentes y controversiales y les gusta ostentar su estilo de vida lujoso. Los dos comenzaron sus carreras en bienes raíces, pero se hicieron famosos en el mundo de los medios de comunicación: Berlusconi acumuló una fortuna comprando estaciones televisivas y Trump se volvió una figura constante en los tabloides y la reality TV.

Para Trump, probablemente es ahí donde quiere que se acaben las similitudes.

Las dos décadas de Berlusconi en la política italiana se vieron manchadas a menudo por escándalos. Fue condenado por varios delitos, incluyendo fraude fiscal y pagar por una prostituta menor de edad, aunque ese último cargo fue anulado por una corte de apelaciones.