Caravaggio es considerado hoy maestro indiscutido del claroscuro y uno de los pioneros del barroco en la pintura del siglo XVII. Sin embargo, hubo una época en la que también ostentó una reputación de genio conflictivo: que nunca tuvo estudios formales de pintura y que sólo buscaba el escándalo a través de sus dramáticas y, a veces demasiado paganas, escenas religiosas.
Según el curador italiano Sergio Guarino, el mito que aún rodea al pintor nacido en Milán puede esclarecerse con la ayuda del San Juan Bautista (1602), la obra que se exhibe desde hoy en el Museo de Bellas Artes, proveniente del Museo Capitalino de Roma. "Es una de las principales obras de nuestra pinacoteca. Sólo tenemos dos obras de Caravaggio, ésta y La Buenaventura (1595), una de sus pinturas tempranas. Que más personas puedan verlo ayuda a romper con la imagen de Caravaggio como un artista autodidacta y maldito; el hecho de que la gente descubra que en ella hace una cita a Michaelangelo, nos permite ver a un pintor culto que estudiaba y que citaba a otros grandes artistas", afirma Guerino, quien viajó especialmente junto a la obra, que se exhibe por primera vez en Latinoamérica.
En los últimos 15 años, la pieza sólo ha salido dos veces antes del museo romano: una vez a Berlín y la segunda a Moscú. A Chile llega por la gestión de la empresa Grupo Enel y el apoyo de la embajada de Italia y el Instituto Italiano de Cultura, bajo estrictas medidas de seguridad y climatización. "Los cuadros antiguos son mucho más fuertes de lo que uno pensaría, pero igualmente es necesario protegerlos, sobre todo de la humedad y los cambios drásticos de temperatura. En esta época, la temperatura entre Roma y Santiago es casi la misma, y por lo tanto fue suficiente que estuviese sólo un día en la caja de climatización. Cuando fue a Moscú hubo que esperar tres días, porque pasaba de un clima de 20° a -16°, entonces era importante evitar el shock térmico", cuenta el curador.
La obra que se exhibe bajo el título Caravaggio en Chile. Luz del barroco, es complementada con otros dos cuadros: una copia del mismo autor que es parte de la colección del Bellas Artes y una pieza contemporánea, inspirada en el trabajo del italiano y realizada este año por la artista Josefina Fontecilla. La copia Deposición, de autor anónimo y adquirida por el museo en 1856, tiene su propia historia. Así lo señaló esta mañana la curadora chilena de la exposición, Sandra Accatino: "Es una suerte tener esta copia de unas de las obras clásicas de Caravaggio que ahora pertenece a los Museos Vaticanos. En 1856 se trae al museo, junto a otras tres copias de alto costo, en una época en que Caravaggio aún no era famoso y es la única que sobrevivió. Se hizo sobre todo para educar a los jóvenes artistas chilenos sobre la técnica del claroscuro, eso la vincula fuertemente a la historia de la Academia de Bellas Artes y del museo mismo", dice Accatino
De hecho, la existencia de esta copia en Chile convenció a las autoridades del Museo Capitolini a prestar el San Juan Bautista. "El Museo de Bellas Artes de Chile ha presentado un proyecto muy bien articulado, en el que se contempla la exhibición de una copia que es parte integrante de la historia de este museo y, al mismo con la presencia de una obra contemporánea, demuestra que Caravaggio no es algo que tenga que ver sólo con una admiración sobre el pasado, sino que es algo que puede ser visto desde hoy. Exhibiéndolo en Chile, Caravaggio cobra una nueva vida", resume Guarino.