Los desfiles de prêt-à-porter para la primavera-verano 2010, que concluyeron hoy, apostaron por lo conocido, con abundancia de prendas comerciales y ponibles en las que la originalidad brilló por su ausencia.
Nunca antes se había hablado tanto del ADN de las marcas, el código genético que fue respetado con esmero por la mayor parte de los diseñadores en una estrategia conservadora. Sobre las pasarelas se vieron prendas fluidas en colores beige y pastel, faldas de todas las alturas, chaquetas holgadas así como un par de volantes. Fueron muchos los que apostaron por una línea lencera provocando algún que otro bostezo entre el público. Y es que parece que los diseñadores recurren a la apariencia de ropa interior cuando no se les ocurre nada mejor.
"¿Eso era todo?", se preguntan los asistentes a los nueve días de moda parisina, en los que se concentraron noventa desfiles. Pudieron verse colecciones con fuerza y sentido de la estética, como la de Céline, Balenciaga o la de Lavin. Pero apenas se presentaron ideas, visiones de futuro.
La continuidad de los diseños quizás enfade a la prensa especializada, pero es una buena noticia para los comerciantes, que han encontrado en la semana de la moda gran cantidad de prendas aptas para la venta, alejadas de la extravagancia de otros desfiles.
Los encargos para la venta al por menor batieron récords en esta edición, aunque algunos comerciantes expresen alguna preocupación. "Lo que parece demasiado seguro, al final no lo es tanto", explican Josef Voelk y Emmanuel de Bayser, propietarios de la tienda The Corner en Berlín. En definitiva, las clientas más adictas a la moda buscan algo nuevo.
En todo caso, el miércoles pudo disfrutarse de algunos momentos de gloria en los desfiles de Hermès, Miu Miu y Louis Vuitton. Jean Paul Gaultier diseño para Hermès una colección que evocaba a lujosos jugadores de tenis, con jerséis de escote en uve con rayas finas, faldas de tablas realizadas en cuero y brillantes vestidos de seda con detalles deportivos anudados en la nuca. Predominaron los colores blancos, cremas y un azul real verdaderamente impactante.
Por su parte Miuccia Prada apostó por una mezcla entre lo infantil y la imagen vampiresa en su colección para Miu Miu. Vestidos ceñidos al cuerpo y largos con mangas abombadas y combinaciones divertidas de tejidos en los que aparecían margaritas, gaviotas y otras figuras estampadas. Lentejuelas e hilos de cristal marcaban el pecho o las caderas como si se tratara de sujetadores o ligueros. Miu Miu se ha convertido en una marca imprescindible para mujeres jóvenes y modernas, como Kate Moss o Renée Zellweger, que asistieron al desfile del miércoles.
Marc Jacobs, diseñador de Louis Vuitton, fue uno de los pocos que se atrevió a presentar verdaderas novedades. Presentó en París una colección basada en trotamundos que llevan algo de cada región que visitan. Descomunales peinados afros, pantalones de ciclista y tops de chiffón, chalecos y vestidos de acabado irregular, así como faldas arrugadas y chaquetas militares. Las combinaciones se completaban con grandes bolsos de flecos. A pesar de las apariencias, todas las prendas tenían un lujoso acabado, incluidos los zuecos de plumas y cintas de cuero con los que Jacobs se presentó al final del desfile.