En un clima de escaso entusiasmo y en algunos casos de indiferencia, los uruguayos irán el domingo a las urnas para elegir en segunda vuelta al sucesor del presidente del país, José Mujica. 

Los dos candidatos que se disputan la Presidencia cerraron sus campañas en la noche del jueves, con actos callejeros que reunieron a los más entusiastas seguidores de ambos, pero sin que se repitieran las concentraciones multitudinarias de otros años.

Los analistas locales atribuyen el fenómeno a que la suerte parece estar echada a favor del oficialista Tabaré Vázquez, que tiene una intención de voto de 52 % promedio, contra el 40 como máximo del diputado Luis Lacalle Pou, del Partido Nacional (PN), de tendencia conservadora.

También es cierto que muchos militantes del izquierdista Frente Amplio (FA), que gobierna el país desde el 2005, han expresado su disconformidad con el rumbo que ha tomado esa coalición heterógenea que integran ex guerrilleros, comunistas, socialistas, cristianos y ciudadanos sin partido.

La fuerza, que nació en 1971 con principios antiimperialistas y antioligárquicos fue asumiendo posiciones de centro y hasta de centroderecha que generaron críticas, resistencias y hasta escisiones. 

Algunos grupos, como el Movimiento 26 de Marzo que fue fundador del FA, decidieron fundar una "nueva izquierda" y nació la Asamblea Popular (AP), que conquistó una banca en la Cámara de Diputados y asoma como un nuevo actor del mapa político uruguayo.

Luis Lacalle Pou pareció resignado a la derrota durante la campaña. En el acto de este jueves repitió su discurso moderado, con escasas críticas a su rival, y con un semblante de persona cansada, fatigada por el trajín de los mítines que sin embargo cerró con "mucha serenidad y enorme alegría", según expresó. 

La disconformidad de muchos uruguayos se verá reflejada nuevamente en el porcentaje de votos en blanco y anulados, que esta vez podría superar el 10 % de los 2,3 millones de habilitados, algo preocupante para un país que se precia de tener una población muy politizada y comprometida.

Esta forma de pronunciarse no tiene peso en esta segunda vuelta, pero refleja el estado de ánimo de mucha gente que, en algún momento de la campaña, hizo pensar que peligraba la victoria del Frente Amplio.

En Montevideo, donde vive la mitad de la población y gobierna el FA desde 1990, hubo un 9,7 % de votos en blanco en las elecciones municipales de mayo del 2010, lo que encendió la alarma en esa coalición hacia las municipales de mayo.

Más allá del ambiente, lo que celebran con orgullo los uruguayos es que las elecciones todavía conservan su prestigio de fiesta cívica que, cada cinco años, permite ejercer el derecho a elegir a sus gobernantes.