Marques Ribeiro fue el encargado de dirigir el partido ante Sao Paulo y Gremio, por la decimosexta jornada del Brasileirao. El partido terminó 1-1 y el único que celebró el resultado fue el árbitro. En una situación insólita, el juez FIFA apretó ambos puños en señal de satisfacción. Pocos entendieron la razón.

Pocos entendieron la reacción. Y, al revés, muchos llegaron a sospechar de alguna anomalía relacionada con eventuales arreglos de partidos. Gremio ocupa el segundo puesto y Sao Paulo lucha por escapar de la parte baja de la tabla.

"Solo intentaba exteriorizar mi satisfacción por el deber cumplido. Sé que no es el procedimiento habitual, que lo normal es pasar desapercibido. No pensé que tendría esa repercusión", se excusó el juez después del partido. Y amplió esa idea: "Realizamos un buen trabajo, el juego exigió mucho de nuestro equipo. Era un clásico con equipos en situaciones distintas en la tabla, sabíamos de las dificultades, pero pusimos en práctica lo que planificamos. El resultado fue positivo", comentó.