La policía militarizada brasileña confirmó hoy que al menos 21 personas -entre ellas tres agentes y tres trabajadores- murieron durante los sangrientos conflictos contra narcotraficantes que sacudieron Río de Janeiro este fin de semana.
La ola de violencia registrada sólo dos semanas después de que la "Ciudad Maravillosa" fuese elegida para recibir los Juegos Olímpicos de 2016 arrancó una manifestación de preocupación por parte del propio Presidente Luiz Inacio Lula da Silva, quien afirmó que incidentes como ese "ensucian la imagen del país".
"Vamos a hacer lo que sea necesario para limpiar la suciedad que esa gente deja en todo el Brasil", expresó Lula, durante una rueda de prensa concedida en Sao Paulo tras reunirse con su par de Colombia, Álvaro Uribe.
El mandatario lamentó que "media docena de personas logren comandar a media docena de personas, creando una imagen negativa y victimando a inocentes".
Según la policía, la batalla entre bandas rivales de narcos, y entre estos y la policía entre el sábado y el domingo la favela de "Morro dos Macacos", vecina al famoso estadio Maracaná, resultó en las muertes de 15 delincuentes y de tres jóvenes trabajadores que vivían en la comunidad.
La cifra de policías muertos en el conflicto, por otra parte, aumentó hoy a tres, al confirmarse el deceso del cabo Iso Gomes Patricio, quien estaba a bordo de un helicóptero que abatido a disparos por los delincuentes el sábado y explotó al tocar suelo, causando la muerte inmediata a dos agentes.
Según el secretario de Seguridad Pública de Río, José Mariano Beltrame, los proyectiles que alcanzaron el helicóptero policial fueron disparados por un arma pesada y de largo alcance, posiblemente una ametralladora .30 o un fusil 762.
Además de elevar el número de víctimas fatales del conflicto -que hasta la mañana de este lunes estaba calculado en 15-, el nuevo balance oficial reconoce que entre los muertos están tres personas sin vínculos con el crimen organizado.
Según las familias de las víctimas, los tres jóvenes fueron alcanzados por disparos en la madrugada del domingo, cuando volvían a casa en coche tras participar en una fiesta. Todavía se ignora si los balazos fueron disparados por policías o por delincuentes.
En un intento de capturar a los responsables de los dos días de terror y muerte, la policía carioca ocupó hoy seis favelas, en las que decomisó drogas y muchas armas, entre ellas ametralladoras y fusiles, lo que confirma el poderoso arsenal que sigue en poder de los narcotraficantes, pese a la dura ofensiva lanzada en los últimos meses por las fuerzas de seguridad.
Al mismo tiempo, la policía de Río investiga informaciones de los servicios de inteligencia, según las cuales el intento de invasión de Morro dos Macacos se produjo por orden de criminales arrestados en el penal de máxima seguridad de la ciudad meridional de Catanduva, en el lejano estado de Paraná.
El Ministerio brasileño de Justicia, sin embargo, descartó esa hipótesis, y aseguró que no existe posibilidad de comunicación para los reclusos de Catanduvas, que permanencen incomunicados en celdas individuales y son vigilados 24 horas por día por 200 cámaras de seguridad.
Según la policía carioca, el intento de invasión de Morro dos Macacos que desató la guerra el sábado fue una acción preparada por la organización "Comando Rojo", que libra una larga batalla por el control del comercio de drogas en Río con las facciones "Tercer Comando" y "Amigos de los Amigos" (ADA).
Por otra parte, el gobernador de Río de Janeiro, Sergio Cabral, insistió hoy en que la sangrienta batalla del fin de semana reflejó la "desesperación" de los delincuentes ante el aumento de la represión policial al narcotráfico.
Además, Cabral anunció que Lula da Silva prometió enviar a Río un nuevo helicóptero para reemplazar al que fue abatido por los narcotraficantes y además liberar casi 60 millones de dólares más para financiar la lucha contra la criminalidad en la ciudad.