Las cosas cada vez se ven más oscuras para el doctor Conrad Murray, el médico personal de Michael Jackson. Porque la policía está en plena campaña para reunir evidencias que prueben que el facultativo fue el responsable, debido a su negligencia, de la muerte del rey del pop.

Actualmente, funcionarios de la DEA (la agencia antidrogas de EEUU) están allanando su casa y su oficina en Las Vegas en busca de las fichas médicas de Jackson. Hace unos días ya hicieron lo propio con su consulta en Texas, donde buscaron pruebas de cuasidelito de homicidio.

El allanamiento surge al mismo tiempo en que fuentes revelaron a TMZ que el mismo Murray habría confesado a la policía haberle administrado Propofol al cantante, droga que finalmente le habría causado la muerte.

La policía cree que el médico no estaba prestando atención cuando el corazón de Jackson dejó de latir. Las autoridades piensan incluso que Murray podría haberse quedado dormido mientras le administraba la droga y que despertó para encontrar a Jackson ya muerto.

El Propofol es una droga muy fuerte que se debe administrar bajo estricto control médico y, aseguran fuentes, es considerado irresponsable inyectarla sin sin monitorear el ritmo cardíaco. Ninguna máquina con esa función se encontró en la casa del rey del pop.