La cifra de muertos y desaparecidos identificados tras el terremoto y el tsunami del pasado viernes en Japón ha aumentado a 5.000, según la policía, mientras una réplica de magnitud 6,2 sacudió Tokio y los japoneses se lanzaron a las calles a hacer acopio de víveres en medio de un caos cada vez mayor.

Sin embargo, algunas autoridades locales temen que el número real de muertos supere los 10.000, mientras aumenta el caos y la desesperación. Nuevas réplicas sacuden nuevamente la isla de Honshu, lo que ha hecho que los ciudadanos hagan largas colas en los supermercados de Tokio para comprar víveres.

Mientras, en el noreste de la isla, las fuerzas de rescate siguen buscando entre los escombros cuerpos de las víctimas, aunque las posibilidades de hallar sobrevivientes, a cuatro días del terremoto de magnitud 8,9 que sacudió el país, se reducen cada vez más.

En la provincia de Miyagi, especialmente afectada, las autoridades hablan de 10.000 desaparecidos, mientras las tareas se ven dificultadas por el corte de numerosas carreteras en la región.

El pánico aumentó tras una fuerte réplica de magnitud 6,2 Richter hoy en Tokio, con epicentro a 140 kilómetros al noroeste de la capital, aunque finalmente no desencadenó un tsunami, como se esperaba, informó la autoridad metereológica japonesa. El gobierno había advertido antes de olas de hasta cinco metros en la costa, especialmente en Ofunato en la prefectura de Iwate, y de tres metros de altura en Fukushima.

Mientras, el tráfico ferroviario se vio parcialmente interrumpido: en la importante línea que une la parte oriental con la occidental pasando por Tokio, sólo circulaba uno de cada 10 trenes, informó la televisión nipona, mientras las conexiones con el aeropuerto de Narita se vieron interrumpidas tras temblores que asustaron a los pasajeros en la sala de salidas.

La eléctrica Tokyo Electric Power planea un racionamiento del suministro en la región alrededor de Tokio, ya que la compañía se ha visto afectada por la detención de varias centrales nucleares en la prefectura de Fukushima, que quedaron gravemente dañadas por el sismo y el posterior tsunami.

Además, muchos locales comerciales permanecieron cerrados en Tokio, lo que está dando a la capital el aspecto de una ciudad fantasma. Las calles están vacías y en los edificios altos no hay luces por los cortes eléctricos, según pudo constatar dpa. También el puente Rainbow, normalmente totalmente iluminado, en el puerto de la capital, se encuentra apagado por completo.

Mientras, los supermercados se llenan de gente que quiere hacer acopio de alimentos, agua potable y baterías. También en las bencineras se agolpa la gente, pero existen problemas con el suministro de combustible. Muchas ya colgaron el cartel de "agotado" en la prefectura de Ibaraki, situada entre Tokio y Fukushima, una de las regiones más afectadas, donde las temperaturas bajaron mucho.

Además, los daños económicos son cada vez mayores: numerosas empresas japonesas suspendieron hoy su producción, como las automotrices Toyota, Honda, Daihatsu Motors y Hino Motors, u otras como Sony o Toshiba, después de que muchas fábricas quedaron destruidas y el suministro eléctrico interrumpido.

El Banco Central de Japón amplió nuevamente una inyección financiera a 18 billones de yenes (unos 220.000 millones de dólares) para aplacar los temores en el sector bancario.

Los mercados de valores de Tokio cayeron hoy por debajo de la importante barrera psicológica de los 10.000 puntos: el índice Nikkei perdió en la sesión matutina un 4,53 por ciento hasta los 9.789,55 puntos.

Tras las informaciones sobre una nueva explosión en la central atómica Fukushima, cayó incluso a menos seis por ciento. Atsushi Saito, jefe de la Bolsa en Tokio, prometió que el mercado de acciones nipón seguirá funcionando a pesar de la catástrofe.