Más de mil policías, apoyados por militares, ocuparon el domingo en 15 minutos y sin resistencia uno de los mayores feudos del narcotráfico de Río, el Complexo da Maré, a casi 70 días de la Copa del Mundo en Brasil.
Poco antes del amanecer, un convoy de una decena de vehículos blindados de la Marina ingresó a este complejo de favelas con 130.000 habitantes, situado en una zona estratégica que atraviesa los accesos a la ciudad y la ruta al aeropuerto internacional, constataron periodistas de la AFP.
La operación, seguida por decenas de periodistas, muchos extranjeros, tuvo aires de show mediático. Parte de las favelas ya eran controladas desde la semana anterior, cuando la policía arrestó a 57 personas e incautó droga y armas.
En una de las entradas al Maré, sobre avenida Brasil, unos diez policías del temido Batallón de Operaciones Especiales (Bope), armados hasta los dientes, se adentra lentamente por las callejuelas desiertas.
Luego es el turno de un puñado de fusileros navales que se apuestan en las intersecciones, sus armas apuntando a las callejuelas de estas favelas consideradas entre las más peligrosas de la ciudad, donde facciones rivales de narcotraficantes hacen la ley desde hace décadas.
SIN RESISTENCIA
Al fondo de una calle hay un joven que viste una camiseta roja, una posible señal de que apoya al grupo de narcos del "Comando Vermelho" (Comando Rojo). "¿Está armado?, pregunta un militar. "No, aparentemente no", responde su colega, mientras el sol comienza a iluminar las callejuelas repletas de basura.
Dos personas han sido detenidas y la policía ha encontrado armas y drogas escondidas, indicó la prensa brasileña.
Un total de 1.180 policías militares trabajan en la operación, apoyados por policías civiles, federales, de carreteras, 14 vehículos blindados de la Marina y fusileros navales, así como por helicópteros y aviones no tripulados, precisaron las autoridades.
Los principales puntos de las favelas del Maré fueron ocupadas en 15 minutos "sin hallar resistencia", se congratularon.
PRESENCIA DEL ESTADO
"Yo creo que (la ocupación) está muy bien. El Estado debe estar presente en todos lados en Rio. Ahora dependerá de los policías que se instalen aquí, porque algunos cometen abusos. Si comienzan a entrar en las casas de las personas como quieren, a poner su pie en mi puerta, habrá problemas", dice a la AFP Jorge, un camionero de 63 años que no quiere dar su apellido.
Nadie quiere decir una palabra sobre los narcos. Caminando por las favelas, cruzamos hombres y mujeres esqueléticos, algunos excitados, otros totalmente desganados: son los adictos al crack.
Alberto Aleixo, de la ONG Red de Desarrollo de Maré y habitante de la favela hace 34 años, estima que la ocupación es "positiva" ya que "las personas tienen derecho a la seguridad pública".
Pero cree que esta operación contiene "un componente de publicidad" que es "innecesario" y recuerda que el Bope viola los derechos de los habitantes al entrar a hogares sin orden judicial.
Tras la ocupación, el Ejército será el responsable de mantener el control de las favelas hasta la instalación de una Unidad de Policía Pacificadora (UPP), prevista para el segundo semestre.
La presidenta Dilma Rousseff autorizó que los militares patrullen las calles del Maré hasta el 31 de julio, un periodo que puede ser prolongado.
La operación sirve de despedida a Sergio Cabral, el impopular gobernador de Rio cuyo mayor logro ha sido la política de "pacificación" de la ciudad, y que tiene previsto dejar este lunes 31 el gobierno estatal en manos de su número dos, para ser candidato al Senado en las elecciones de octubre.
Desde 2008, con miras al Mundial de fútbol y los Juegos Olímpicos de 2016 en Rio, las autoridades han ocupado decenas de favelas e instalado 38 UPP que vigilan 174 de estas barriadas pobres, con un personal de 9.500 oficiales.
Pero la violencia ha retornado a muchas favelas "pacificadas" en los últimos meses.
Ocho policías fueron asesinados en lo que va del año en ataques atribuidos al crimen organizado, incluidos cuatro miembros de las UPP.