Un potencial hidroeléctrico de 5.967 MW -equivalente al 90% de toda la capacidad instalada en Chile con esta tecnología- es el que tiene la región de Aysén. Esto, de acuerdo con cifras del documento Política Energética Regional de Aysén, dado a conocer el martes en la zona por el Ministerio de Energía.

Se trata de un número relevante, pues si bien Aysén es la región con mayor potencial hidroeléctrico, el desarrollo de esta energía es cuestionado a nivel local, sobre todo luego de lo ocurrido con proyectos como HidroAysén o la central Cuervo, que contaron con férrea oposición ciudadana. Sin embargo, al mismo tiempo la región cuenta con una matriz altamente contaminante y costosa, siendo el diésel, con el 61,7% de participación, el energético más usado para generar electricidad.

El cálculo de potencial hidroeléctrico hecho por el Ministerio de Energia descuenta tanto el caudal ecológico como los derechos consuntivos -agua que se consume y no es repuesta a los cursos- ya constituidos, además del potencial en parques nacionales. El número es, además, unas 66 veces toda la capacidad actual instalada en Aysén, que apenas supera los 90 MW.

Realidad regional

A fines de 2014, el Ministerio de Energía inició un trabajo participativo en dos regiones con características especiales respecto al resto del país: Aysén y Magallanes. En este último caso, el foco estuvo en el desarrollo de alternativas al gas natural, dada la particularidad agotable de este energético. Sobre Aysén, el foco estuvo puesto en el debate de si es factible o no desarrollar el potencial hidroeléctrico y, eventualmente, compartirlo con el resto del país o incluso con Argentina.

Sobre ese punto, el documento no toma una definición a firme, sino sólo da cuenta del disenso dado en las distintas etapas del debate. Lo mismo sobre una eventual interconexión: "Parte de los participantes opta por promover una interconexión a nivel regional para avanzar en eficiencia, calidad del servicio y aprovechamiento de recursos locales, y no establecer interconexiones adicionales a nivel internacional o con otras regiones del país (...) Caso contrario, otros integrantes concordaron en que la interconexión con el resto del país o con Argentina contribuye con el desarrollo de la región, argumentando que como una de las regiones que conforma el país, los recursos también son parte de la nación", señala el documento, que establece una tercera posición, de quienes plantearon que se debe evaluar la factibilidad técnica de la interconexión, tomando en cuenta la escala de los proyectos "y los beneficios que estos puedan traer", aunque siempre y cuando se hayan resuelto las problemáticas locales.

Una discusión similar se dio respecto de los impactos ambientales: un primer grupo estimó que los beneficios provenientes de la infraestructura energética permiten compensar los impactos asociados, mientras que una segunda corriente concluyó que los impactos deben evitarse "en el mayor grado posible, no sólo para el caso de los proyectos, sino también en relación a las líneas de transmisión". Similar debate se dio respecto a la escala o magnitud de eventuales proyectos a desarrollarse en la zona.

Dadas estas discrepancias, el estudio no es concluyente sobre el aprovechamiento de estos recursos. Sí hace una recomendación, relacionada a una eventual explotación de cuencas binacionales: "Analizar la interconexión del sistema eléctrico de Aysén con sistemas del sur argentino, a objeto de aumentar la seguridad y calidad de suministro", indica el documento.

Otro aspecto clave para la región es potenciar el uso de combustibles fósiles, para reemplazar otros más costosos y contaminantes, como es el caso de la leña. En ese sentido, el estudio propone como uno objetivo "potenciar el uso de combustibles de bajas emisiones y de electricidad para calefacción". A 2050, la meta en ese sentido es que "la calefacción eléctrica favorezca a lo menos al 50% del sector residencial, en las ciudades más pobladas de la región". También se propone eliminar el diésel de la matriz eléctrica, avanzando en el uso de gas natural.

En ese contexto, la política regional también plantea como una meta 2050 avanzar en las llamadas energías limpias, las que a esa fecha debieran representar el 60% de la demanda eléctrica regional total.