Partió como un juego. En 1995, la compañía canadiense Cirque du Soleil se contactó con la ONG chilena El Canelo de Nos, para replicar su modelo de circo social en Chile. La idea era formar una compañía con niños y jóvenes de escasos recursos, que fuera capaz de mezclar disciplinas tradicionales como la tela, el trapecio y el malabarismo con artes escénicas más estilizadas, como el teatro, la danza y la música. Nació así, hace 15 años, El Circo del Mundo, pionero en la corriente denominada Nuevo Circo. "Hasta entonces lo que conocíamos era el circo popular, con Los Tachuelas o El Golden. Esas típicas carpas itinerantes que aparecían con la primavera en los bordes de la ciudad. La línea contemporánea, en cambio, se caracteriza por espectáculos temáticos y no utiliza animales", explica la directora de la Escuela de Artes Circenses del Circo del Mundo, Alejandra Jiménez.
Si bien en sus inicios el proyecto recibió la capacitación del Cirque du Soleil, hoy tiene vida propia. Independiente desde el 2000, por su carpa ubicada en Lo Prado ya han pasado tres generaciones, las que son retratadas en la exposición de fotografía 15 años de circo en 200 años de historia, que se inaugura en el GAM. La muestra es parte de un Proyecto Bicentenario que se adjudicó el Circo del Mundo. Y en 200 imágenes, no sólo pone en valor su propia historia, sino que rescata el patrimonio del circo popular, con más de 100 carpas en Chile. "Por primera vez, ambos mundos dialogan", expresa la directora sobre la exposición que cuenta con la curatoria de Roberto Edwards y reúne a los fotógrafos Enrique Siqués, Maya Estrada, Nicholas Chartesworth y Francisco Bermejo. Con 200 años, el circo tiene sus raíces en el siglo XVIII. "En ese entonces se representaban batallas. Es un mundo alucinante el circo, es la catedral de todos los oficios", dice Roberto Edwards.