El número de trabajadores del sector servicios en China superó por primera vez a los agrícolas en 2011, un dato histórico que refleja el impulso de la segunda potencia mundial hacia una sociedad más urbanita y una estructura económica que se acerque a la de los países desarrollados.

Según el último Anuario de Estadísticas de China, publicado recientemente y que incluye datos del año 2011, el gigante asiático contaba con 272,8 millones de personas trabajando en el sector servicios, un 35,7% del total, mientras que la agricultura aglutinaba 265,9 millones, un 34,8%.

Aunque la diferencia es de "solamente" 6,8 millones de personas, el vuelco revela la evolución de la segunda economía mundial en los últimos años, que busca mejorar los ingresos de sus ciudadanos para alimentar la demanda interna, un proceso que pasa inevitablemente por un nuevo éxodo del campo a la ciudad.

El principal cambio radica en reducir radicalmente estos casi 270 millones de trabajadores del sector agrícola -una actividad que aporta menos del 10% del Producto Interior Bruto (PIB)- y promover estos empleos en sectores como la industria o los servicios, que generan mucho más valor añadido.

Para que China logre que sólo entre el 5% y el 10% de su fuerza laboral trabaje en la agricultura -como ocurre en las economías desarrolladas- tendrá que generar unos 200 millones de puestos de trabajo durante las próximas décadas en estos otros sectores, según cálculos de la organización Capital Economics.

Así, y aunque también en 2011 por primera vez la población urbana de China superó a la rural, el país se enfrenta a una nueva etapa de su proceso de urbanización, que prevé centrarse en la reforma del sistema de permisos de residencia o "hukou" que hasta ahora ha controlado las migraciones dentro del país.

El actual mecanismo, que se aplica en China desde los años 50 del siglo XX, implica que los ciudadanos pierden derechos tales como la asistencia médica o la educación para sus hijos si emigran de zonas rurales a urbanas.

Con la voluntad de avanzar en reformas que minimicen la intervención estatal, el Gobierno chino, encabezado por el primer ministro Li Keqiang, presentó hace pocos días una propuesta que incluía "la creación de un nuevo sistema de control demográfico".

El mismo Li reconoció en su primera rueda de prensa como jefe del Gobierno que el proceso de urbanización en China es "una tendencia inevitable", aunque también advirtió que se debe acometer de forma "prudente".

En este sentido, el profesor de Economía y Finanzas de la Escuela de Negocios China-Europa (CEIBS), Xu Bin, aseguró a Efe que "el viejo estilo de urbanización, llevado a cabo a base de invertir de forma excesiva, es exactamente el que se tiene que evitar".

Varios organismos internacionales como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) o el Banco Mundial (BM) consideran el proceso como "clave" para que China se convierta en la primera economía mundial durante la próxima década.

Todos ellos -en la misma línea que el profesor Xu- se refieren a un proceso de urbanización "inclusivo", es decir, que se tengan en cuenta factores sociales o medioambientales en el desarrollo de las ciudades y que la planificación de las autoridades pierda protagonismo.

"Aun no sé los detalles del plan de urbanización de Li Keqiang, pero estoy preocupado por la posible vía que se tome", señaló Xu al respecto, quien definió que, para que un proceso de este calibre dé los resultados esperados, "tiene que suponer menos pensar en ciudades y más en las personas".