Nadie se restó de la celebración de la clasificación a segunda ronda en el Mundial. Hasta la Presidenta Michelle Bachelet se sumó a la euforia. "El triunfo era la medida número 57" del gobierno, bromeó. La generalizada efervescencia repitió otras celebraciones, como el top one de Marcelo Ríos o las medallas olímpicas de Nicolás Massú y Fernando González.
El porqué de tanta alegría puede parecer obvio -por lo histórico de los triunfos-, pero para los especialistas en fenómenos sociales es mucho más que un desenfreno deportivo y, por lo mismo, merece ser estudiado.
Uno que lo está intentando es Xavier Oriol, docente de la Facultad de Educación de la U. Autónoma. El experto investiga cómo el Mundial de fútbol genera una gran intensidad emocional que se traduce en una mayor identificación con el país. Es lo que ocurrió, dice, por ejemplo, en España en el Mundial anterior. Al comparar los niveles de bienestar antes y después del evento, estudios corroboraron que estos eran mayores tras el torneo.
Otro de los que busca explicaciones desde la ciencia es Andrés Mendiburo, doctor en Psicología Social y docente de la U. Diego Portales. El experto trabaja en una investigación -postula a un Fondecyt- sobre los funcionamientos emocionales al interior de los equipos de fútbol y cómo eso también se presenta en grupos que no son futbolistas, como los seguidores y en el efecto de socialización que tiene.
La psicología hoy no sólo busca entender los desequilibrios, sino también, qué hace feliz a las personas. Y el fútbol es un generador de alegría, dice Mendiburo. "Todo viene de la postura de la psicología positiva, que básicamente dice que la psicología se estaba centrando mucho en la vivencia negativa de la vida, en los elementos patológicos, y dejaba de lado aspectos positivos y felices", aclara. Por ello, empieza el estudio de las cosas que nos hacen felices o provocan mayor bienestar, como por ejemplo, el fútbol.
María Angeles Bilbao, doctora en psicología y docente de la Escuela de Psicología de la U. Católica de Valparaíso, agrega que esta área de investigación es un aporte para transformarnos a una mejor sociedad. "Necesitamos conocer científicamente para comprender lo que ocurre en el compartir social, cómo se contagian las emociones para generar relaciones intergrupales que fomenten las soluciones no violentas y la paz".
EFECTO COLONIAL
Que en Chile se adopte una actitud de entusiasta optimismo se explica, además, por otras características, que hacen que se generen sentimientos más intensos con respecto al fútbol, que en otras partes no se dan.
Que ese efecto "contagio" sea mayor, plantea Oriol, se explica por el rol que la prensa hace, en este caso, informando continuamente sobre lo que ocurre con la Selección. "Se sigue mucho a los jugadores y se produce efervescencia emocional. Esto, porque en Chile es el deporte rey y hay mucho menos interés por otras disciplinas".
Pero, además, se da que en los encuentros internacionales está en juego la identificación con el patriotismo. "La simbología del himno y la bandera es mayor en países que se independizaron de antiguas colonias, es un modo de expresar un sentimiento patriótico más intenso que en los países europeos", sostiene Oriol.
CAE LA BRECHA SOCIAL
Los buenos resultados se viven, entonces, como un éxito colectivo, expresado en una alegría eufórica. "Esto aumenta los valores sociales colectivistas, favoreciendo la percepción de cercanía intergrupal y disminuyendo la inseguridad social", sostiene Bilbao.
Según la experta, hay un fuerte sentimiento de aumento de la percepción de diferencias intergrupales con los miembros de los otros equipos rivales. "Cuando es la Selección, ocurre que el grupo es todo Chile y el exogrupo son los otros países".
La socialización o el "compartir social de las emociones", dice Bilbao, va construyendo realidad a través de la repetición de los recuerdos, crea escenarios de acercamiento y reduce las diferencias intersociales que favorecen el fortalecimiento del tejido social y la ciudadanía.
Una situación de alegría como el triunfo de la Selección, dice Mendiburo, es de por sí muy positiva y tiene efectos sobre el bienestar psicológico. "Las investigaciones demuestran que la descarga de esa emoción se puede realizar desde el compartir con otros, el humor y hablar con gente cercana, permite regular mejor la emoción y que la emoción no sea molesta. Y quienes no logran catalizar y modular de manera correcta esa emoción, son los que quedaron borrachos o rompieron cosas, esa es una descarga inadecuada de la emoción".