Más allá de las anécdotas, las inevitables polémicas y el hecho de que a nuestro equipo le vaya bien o mal (que también tiene su importancia), la marcha de Brasil 2014 es más alentadora de lo que habíamos esperado.

Caramba, si hasta se dice que para encontrar uno mejor habría que remontarse a 1970, cuando Pelé, Rivelinho y sus alegres camaradas hicieron historia en México.

Esto es prematuro, pero la mayoría de los comentaristas coincide en destacar el nivel técnico, las sorpresas, la emoción popular, la tregua otorgada por los manifestantes, el brillo de algunas individualidades y la abundancia de goles.

Hasta la FIFA, tan criticada por cosas que hace y que deja de hacer, puede anotarse el mérito de haber prohibido las vuvuzelas, que hace cuatro años sofocaron el aliento y el festejo en la tribuna, la sal y pimienta del juego.

¡Y el nuevo balón, contra la tradición, no dobla en ángulo recto ni se eleva como en ascensor al menor roce de una bota! Además, el experimento con el aerosol para ubicar pelota y barrera en los tiros libres ha resultado un éxito completo: ya no se ven los forcejeos entre los árbitros y los jugadores.

Sobre la calidad de los arbitrajes… pues siempre serán decepcionantes o mediocres, esto es algo tan seguro e inevitable como las mareas y las lunas.

El contraste con Sudáfrica 2010 no puede ser más evidente: entonces, además del estruendo de las cornetas, la eliminación del equipo local en la fase de grupos restó fervor popular a los partidos, mientras que en Brasil se ha escuchado el atronador aliento de la afición de los países latinoamericanos.

No hay ningún elemento como la emoción popular para realzar la fiesta del fútbol: los aficionados latinoamericanos se sorprenden ante el relativo silencio de muchos estadios europeos. En este sentido Brasil es de lo más acogedor, por tratarse de un país futbolero, accesible por su proximidad para argentinos, chilenos, uruguayos, colombianos y hasta costarricenses y mexicanos.

Los goleadores

Y sobre el césped, esta vez, están Lionel Messi y Neymar Jr: el argentino pasó casi inadvertido en 2010, y el brasileño todavía no era una figura luminosa.

Ambos, junto con Thomas Müller, encabezan la lista de goleadores con cuatro tantos, un número inusitado a esta altura del torneo (Maradona sólo marcó 5 en toda su campaña de 1986, uno con la mano); muchos se relamen pensando en el choque entre el brasileño y el argentino, que sólo podría darse en la final.

Los mundiales son memorables por las acciones de un gran equipo o de un jugador excepcional, como los de México en 1970 (Brasil/Pelé) y 1986 (Maradona), y Alemania en 1974 (Holanda/Cruyff).

La grandeza de México/70 se debió a que combinó poderío colectivo con resplandor individual: marcó una época, el apogeo del genio brasileño.

Para saber si estamos ante un gran equipo deberemos esperar hasta semis por lo menos, pero ya al cerrarse la etapa inicial asoman varios individuos prometedores: además de Messi y Neymar hemos visto a los holandeses Robin van Persie y Arjen Robben, el alemán Thomas Müller, los colombianos Jackson Martínez y James Rodríguez, el francés Karim Benzema, el chileno Alexis Sánchez, el suizo Xherdan Shaqiri, los costarricenses Keylor Navas y Bryan Ruiz, el mexicano Guillermo Ochoa y el griego Georgios Samaras…

Y también, si nos permiten, el uruguayo Luis Suárez, que tuvo una brillante actuación ante Inglaterra pero que no podrá acompañarnos hasta el final.

En consulta con colegas de BBC Mundo, surgió una lista de factores que deberían ser mencionados en un "elogio" del Mundial que se juega en Brasil.

Muchos goles, muy buenos

De ellos destacamos cantidad y calidad de goles, emociones, remontadas, goles postreros, menos obsesión por esquemas defensivos, el foco en futbolistas y no tanto en las modelos profesionales, mayor riesgo en los planteos tácticos, la estrepitosa caída prematura de equipos poderosos o tenidos por tales (España, Italia, Inglaterra, Portugal), la irrupción de otros menos festejados (Chile, Costa Rica), el ocaso de grandes jugadores, como Eto'o, Drogba, Lampard, Gerrard, Pirlo, Buffon, Xavi, Casillas…

Y también el "fracaso" (término relativo si los hay) de jugadores en plenitud, como Cristiano Ronaldo, Mario Balotelli, Sergio Ramos, Diego Costa y Wayne Rooney.

Han abundado las sorpresas, de las buenas y de las malas: ambas contribuyen a la emoción y, cuando forman una buena mezcla, aseguran el éxito del torneo.

La principal sorpresa negativa, claro, fue la salida de España, mientras que la sorpresa positiva más llamativa, sin duda alguna, fue la de Costa Rica, ganadora de un grupo con tres campeones, Uruguay, Italia e Inglaterra.

También podría darse como sorpresa el caso de Colombia, pero no por ganar su grupo, sino por mantener un buen nivel de juego sin Radamel Falcao.

Antes del Mundial decíamos "cuidado con Colombia, porque Falcao es mortífero": pues Falcao no está y Colombia ganó sus tres partidos. También decíamos: "Costa Rica no tiene posibilidades en un grupo tóxico". Y ya ven.

La fase de grupos, finalmente, ha demostrado una notable superioridad de los equipos latinoamericanos: 7 clasificados (Brasil, México, Chile, Colombia, Costa Rica, Uruguay y Argentina) y sólo 2 eliminados (Ecuador y Honduras).

De los equipos europeos, 6 se clasificaron (Holanda, Grecia, Francia, Suiza, Alemania y Bélgica) y 7 quedaron afuera (Croacia, España, Italia, Inglaterra, Bosnia Herzegovina, Portugal y Rusia).

Coincidencias

Argelia clasificó en segundo lugar en el grupo H y, en magnífica ironía, se enfrentará en octavos con Alemania, que en 1982 "conspiró" con Austria, en una ocasión memorable, para dejar al país árabe fuera del mundial.

Esta coincidencia agrega un nuevo atractivo a este mundial tan prometedor.

De repente, el equilibrio del fútbol internacional parece estar inclinándose hacia América, pero los veteranos suelen decir que en esta próxima fase de choques eliminatorios es "cuando comienza el verdadero mundial".

No nos engañemos: muchos millones de personas han sido decepcionadas. Si sólo contáramos los habitantes de los cuatro grandes eliminados, llegaríamos a 316m (Italia 60m, Inglaterra 53m, España 47m, Portugal 11m, Rusia 145m).

Pero el éxito de un mundial no se basa en este tipo de estadísticas, sino en el tamaño del placer que experimenta la "afición universal", algo que sólo podremos medir después del hecho.

Estamos a mitad de camino y la senda parece promisoria, pero queda mucho por recorrer.