Los rebeldes prorrusos controlan amplias franjas del este de Ucrania y el frágil cese el fuego con el gobierno podría terminar en cualquier momento, lo que significaría la vuelta de la región a un conflicto sangriento.
Los aliados occidentales de Ucrania acusan a Rusia de enviar tropas y tanques para ayudar a los rebeldes, una acusación que el gobierno de Moscú ha rechazado repetidamente.
Unas 4.000 personas han perdido la vida en una crisis que pocos vieron venir.
¿ESTÁ A PUNTO DE REACTIVARSE EL CONFLICTO?
El conflicto comenzó en abril y escaló durante meses hasta que Ucrania y los separatistas llegaron a un acuerdo para frenar la violencia y liberar a los presos.
Sin embargo, pese a que la intensidad del conflicto bajó, los enfrentamientos nunca acabaron. La batalla por el control del aeropuerto de Donetsk, actualmente en manos ucranianas, ha sido una de las más cruentas.
Cuando los rebeldes celebraron elecciones locales el 2 de noviembre desafiando al gobierno de Kiev, ambas partes se acusaron de romper con el acuerdo de paz y la violencia resurgió.
¿POR QUÉ COMENZÓ TODO?
En abril, activistas prorrusos controlaron edificios gubernamentales en varias ciudades de las regiones de Donetsk y Luhansk.
Los hechos eran una réplica de los que se habían visto semanas antes en la península ucraniana de Crimea.
Fue en febrero cuando hombres armados tomaron varios edificios gubernamentales y levantaron la bandera rusa después de que el entonces presidente Victor Yanukóvich, cercano a Moscú, fuera derrocado por masivas protestas de ciudadanos proeuropeos.
Los políticos y los medios rusos retrataron a los líderes de Kiev como nacionalistas ucranianos empeñados en violar los derechos de los rusoparlantes.
Poco después se celebró un referendo con fallos en Crimea y en un mes se completó la anexión de la península por parte de Rusia.
El conflicto de Crimea no fue muy sangriento, pero el recién nacido gobierno revolucionario de Ucrania no estaba en posición de defenderse, con unas 6.000 tropas estimadas listas para el combate en la zona.
Sin embargo, cuando los separatistas prorrusos avanzaron hacia el este industrial de Ucrania y las fuerzas rusas parecían estar multiplicándose en las zonas fronterizas, las autoridades de Kiev ordenaron emprender una "operación antiterrorista".
¿CUÁL FUE EL RESULTADO DE LA GUERRA?
Durante varias semanas, los separatistas prorrusos tuvieron el control de un conflicto cada vez más mortal pero la elección de un nuevo presidente, Petro Poroshenko, pareció hacer revivir a las fuerzas armadas y a los batallones voluntarios.
Un primer cese al fuego fracasó a finales de junio y los separatistas fueron obligados a retirarse de áreas claves del norte de Donetsk.
A principios de agosto, las fuerzas ucranianas asediaban las ciudades de Donetsk y Luhansk.
Pero, en medio de informaciones de que militantes rusos e incluso militares en servicio estaban combatiendo en suelo ucraniano, los separatistas volvieron a tomar el aeropuerto de Luhansk, ganaron terreno y abrieron un nuevo frente que les condujo hacia la estratégica ciudad de Mariupol, en la costa del mar de Azov.
El alto el fuego de Minsk se firmó el 5 de septiembre y, pese a las repetidas violaciones y a cientos de muertes más, todavía está en vigor, al menos nominalmente.
¿PUEDE SOBREVIVIR EL CESE EL FUEGO?
Todo apunta a un empuje incesante hacia el conflicto.
Un comandante rebelde llegó a describir la tregua vigente como una pausa estratégica.
Y después de las elecciones rebeldes en Donetsk y Luhansk, el presidente Poroshenko pidió abandonar un punto clave del acuerdo del cese al fuego, la concesión de autonomía parcial a esas regiones.
Las fuerzas ucranianas, dijo, debían preparar sus defensas frente a los ataques separatistas en las ciudades de Mariupol y Berdyansk, en el mar de Azov, así como en la ciudad de Kharkiv, en el noreste y en la región de Dnipropetrovsk, al este de Donetsk.
Además, se intensificaron los enfrentamientos en las regiones conflictivas de Luhansk y Donetsk, y se reportó un incremento a larga escala de equipos militares del lado rebelde.
Observadores europeos aseguran haber visto artillería pesada y lanzacohetes cerca del centro de la ciudad de Donetsk.
La OTAN asegura que los convoys sin identificar incluyen "tanques rusos, artillería rusa, sistemas de defensa aérea y tropas de combate rusas", pero el gobierno de Moscú asegura que no hay evidencia para esas afirmaciones.
¿QUÉ PASÓ CON LAS ELECCIONES REBELDES?
Ucrania y Occidente insisten en que, en el acuerdo de cese el fuego de Minsk, se definió que se llevarían a cabo elecciones permitidas por el estatus especial que el parlamento ucraniano otorgaba a las regiones de Donetsk y Luhansk. Según esa legislación, los comicios estaban previstos para el 7 de diciembre y no para un mes antes como las que fueron organizadas por los separatistas.
El presidente ruso, Vladimir Putin, aseguró que lo único que se acordó en Minsk fue celebrar elecciones "en coordinación, pero no en concordancia" con los planes electorales ucranianos.
Sin embargo, la votación del 2 de noviembre tuvo ecos de los contenciosos referendos del 11 de mayo que llevó a los rebeldes de Donetsk y Luhansk a declarar la independencia.
¿PUEDE HACER ALGO LA COMUNIDAD INTERNACIONAL?
Como contempla el acuerdo de Minsk, un equipo de observadores europeos ha estado comprobando si se cumple el cese el fuego.
Sin embargo, no pueden hacer mucho más que observar los movimientos de tropas y la escalada de la violencia.
La jefa de política exterior de la Unión Europea (UE), Federica Mogherini, ha dicho que será "extremadamente difícil si no imposible volver a empezar de nuevo" y el empeño está ahora en apoyar a Ucrania.
Quizás la principal cuestión en el centro de todo es si Rusia quiere que el este de Ucrania sea una región estable.
Desde marzo, la UE y EE.UU. han tratado de frenar la implicación rusa al imponer sanciones individuales a poderosos ciudadanos rusos y a compañías vinculadas a las finanzas, energías y armas estatales.
Pero ahora, los líderes europeos parecen no estar muy animados a incrementar las sanciones económicas en ese sentido.
¿QUÉ QUIERE RUSIA?
Los objetivos del presidente ruso, Vladimir Putin, son poco claros.
Respaldó el tratado de paz de Minsk y, tras meses de conversaciones, Rusia accedió a firmar un trato para retomar los envíos de gas a Ucrania.
Lo que no se sabe e si Putin está preparado para que se retomen las hostilidades a gran escala.
Mientras que el Kremlin ha negado reiteradamente proveer de tropas y equipos militares sofisticados a los rebeldes, Alexander Zakharchenko, el líder rebelde de Donetsk, aseguró en agosto que entre 3.000 y 4.000 ciudadanos rusos luchan en las filas rebeldes.
Con los últimos reportes de violencia han resurgido las informaciones de movimientos de tropas y artillería.
Y sigue vigente la pregunta de si Rusia siente que necesita un corredor terrestre para acceder a Crimea.
Aunque debería construirse un costoso puente o tunel desde el territorio continental a la península en el estrecho de Kerch, si los separatistas se hacen con Mariupol, eso allanaría el camino de acceso a la costa de Crimea.
¿SON LEGÍTIMAS LAS PREOCUPACIONES RUSAS?
Las tensiones geopolíticas con ecos de guerra entre Occidente y Rusia comenzaron en noviembre de 2013, cuando el entonces presidente Yanukóvich se retiró en el último minuto de un acuerdo que promovía vínculos más estrechos con la Unión Europea.
Esa decisión y el posterior acuerdo con el presidente Putin para conseguir suministros de gas más baratos por parte de Rusia fueron la mecha que prendieron las protestas que acabaron con el derrocamiento de Yanukóvich.
Temerosa de que la OTAN llegase a sus fronteras, Rusia se ha concentrado en mantener las regiones con las que tiene vínculos más estrechos en su órbita.
Ucrania no es parte de la OTAN, pero la alianza asegura que los estados miembros pueden proveer armas de manera individual.
Ucrania afirmó en septiembre que esas entregas habían comenzado.
También hubo informaciones no confirmadas de que consejeros militares del gobierno de EE.UU. ayudaron a Ucrania en una gran ofensiva contra los rebeldes entre julio y agosto.