Recientemente una asistente a una conferencia sobre el futuro del transporte en cuyo panel me incluía preguntó: "¿Dónde está mi auto volador?".
"Fue una promesa de ingenieros y diseñadores hace 20 años", dijo, y añadió que se sentía "decepcionada".
Y para terminar, sugirió que podría existir una conspiración para mantenerla a ella y a otros lejos del cielo.
La única respuesta, por supuesto, fue ésta: "Es complicado".
LA FICCION
La fantasía de los autos voladores ha cautivado a la humanidad durante décadas, avivada por revistas, cómics, historias de ciencia ficción, programas de televisión y películas.
En la serie animada estadounidense The Jetsons, de la década de 1960, los protagonistas vivían en Orbit City, una ciudad construida a varios metros del suelo, y viajaban en coches voladores.
La cubierta de estos autos era transparente, una característica que se vería en las exposiciones de coches de la época en Detroit, Estados Unidos.
Y algo que también replicarían dos diseñadores de coches estadounidenses: Ed "Big Daddy" Roth en su auto Beatnik Bandit, y Dean Jeffries en su modelo Manta Ray.
En la década de 1970, el coche X-34 Landspeeder del protagonista del filme "La guerra de las galaxias", Luke Skywalker, también tenía un parabrisas transparente, en forma de burbuja. Y no fue la única película en mostrar coches voladores.
En Blade Runner, del director Ridley Scott, los personajes usaban los vehículos "Spinner". Estos fueron diseñados por el ilustrador Syd Mead, quien se enfadó al ver que Hollywood había interpretado sus utópicas visiones en tonos sombríos, sucios y poco atractivos para el filme.
En 2004 Gerry Anderson, el creador de las series Thunderbirds y New Captain Scarlet de la televisión británica, me invitó a que diseñara el auto Spectrum Cheetah para la segunda de ellas.
Éste no debía ser el clásico coche volador, sino uno que pudiera elevarse eventualmente para salvar obstáculos y evitar otros vehículos.
Fue un proyecto muy satisfactorio, gracias al cual estuve en contacto con un director muy carismático y con un mundo en el que nada es imposible.
La realidad Pero en el mundo real todo es distinto.
¿Le han fallado, entonces, los diseñadores de coches e ingenieros, incluso toda la industria del automóvil, a los soñadores como el que nos hacía la pregunta sobre su carro volador durante la conferencia?
La verdad es que nunca ha habido proyectos sólidos. Hay fotografías del vuelo de prueba en 1947 del Convair Model 118, un prototipo diseñado por Theodore P. Hall para la empresa Consolidated Vultee Aircraft Company de San Diego, Estados Unidos.
Sin embargo, no se llegó a fabricar. Su principal problema era el peso. Pero este primer intento no hizo que la corporación Terrafugia descartara la idea.
Su prototipo de coche volador, llamado Transition, fue visto en acción en marzo de 2013 sobre Oshkosh, en Wisconsin, EE.UU., durante una exhibición aérea.
DEL PAPEL AL CIELO
"Queríamos demostrar que algunas de las tecnologías y las infraestructuras que se están desarrollando en la actualidad pueden hacer realidad lo que mostraba la serie The Jetsons", dijo Carl Dietrich, cofundador y director ejecutivo de Terrafugia en aquél momento a la prensa local.
No tener que preocuparse de las ruedas abre todo un mundo de posibilidades a los diseñadores.
Y los estudiantes de diseño y los profesionales del sector disfrutan de esa libertad, lo que se evidencia en el volumen de ilustraciones de autos que levitan.
Pero cuando se pasa del papel a hacer volar un automóvil, todo se vuelve más difícil.
La excepción fue quizá el Aerocar de las década de 1960. Un vehículo simple, bonito y pequeño cuyas alas se podían desprender y dejar en el garaje.
Sin embargo, "la ventaja de ser el primero" sigue siendo una gran motivación para los fabricantes de automóviles. Y por eso, al parecer los ingenieros de Toyota están diseñando no un coche volador, sino uno que pueda desplazarse sin tocar la carretera.
Con ello se reduciría la fricción y ahorraría combustible, según la empresa. Yo soy escéptico ante esta propuesta, ya que considero que sería mayor el gasto de energía para hacer que un auto flote que el gasto que produce la fricción con la superficie.
Otra empresa interesada en esto, Volkswagen, lanzó en 2012 una campaña en China para averiguar lo que sus clientes potenciales querrían conducir en el futuro.
Una vez más, el coche volador fue lo más mencionado.
Ante esto, propuso una máquina de dos asientos que podía levitar de forma magnética, como el tren que une el centro de la ciudad de Shanghai con el aeropuerto.
Como en el caso de Toyota, el objetivo de Volkswagen era reducir la fricción y ahorrar así energía, para que el vehículo fuera más eficiente.
Entonces, ¿dónde está ese coche volador que te prometieron? Bueno, está aquí, es caro y no demasiado práctico. Es, de hecho, el Terrafugia TF-X.
Con el tiempo puede que las estrellas se alineen y se fabrique un auto volador viable y bonito. Una nueva forma de transporte.
Pero irónicamente, este progreso podría ir en detrimento de la implicación del conductor, ya que la autonomía iría de la mano con estos vehículos.