El presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, cifró hoy en más de 600 los soldados gubernamentales en manos de los rebeldes y de la vecina Rusia, y pidió su liberación antes de finales de año.
"El objetivo es que para Navidad todos los que están en las listas, y son más de 600, deben haber regresado a sus casas", dijo Poroshenko durante una reunión del Consejo de Seguridad de Ucrania, según medios locales.
Tanto las autoridades ucranianas como los separatistas prorrusos se han mostrado dispuestos a reanudar el canje de prisioneros de guerra tras varias semanas de interrupción.
No obstante, todo está a expensas de la reanudación antes de que acabe el año de las negociaciones entre ambas partes en Minsk con mediación rusa y de la OSCE.
Por otra parte, Poroshenko valoró positivamente el alto el fuego declarado el 5 de septiembre, ya que, aunque no puso fin a las hostilidades, permitió a las fuerzas gubernamentales reagruparse, rearmarse y reforzar sus posiciones.
"En poco tiempo hemos completado el rearme, restablecido la capacidad de combate de las unidades y aumentado su número, y demostrado que, a día de hoy, Ucrania es un Estado fuerte", destacó.
Kiev y las milicias insurgentes se acusaron hoy mutuamente de ataques contra sus posiciones en el este del país, donde rige una tregua indefinida desde el pasado martes, aunque no se registraron ni muertos ni heridos.
La OSCE, que ha advertido que la zona de separación entre ambos bandos sigue siendo peligrosa pese a la tregua, emitió un comunicado en el que insta a Ucrania y a los sublevados a cumplir los acuerdos de paz de Minsk.
El presidente de turno de la OSCE, el suizo Didier Burkhalter, advirtió contra el cumplimiento de sólo una parte del Memorándum de Paz del 19 de septiembre, que incluye la retirada del armamento pesado de una zona de seguridad de 30 kilómetros de ancho.