Prácticas para una gestión escolar exitosa
Conozca esta nueva clase del curso gestión basada en las personas, impartido en el diplomado en Gestión Directiva de Organizaciones Escolares de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Nuestro sistema educacional es exigido por un entorno sociocultural demandante, caracterizado por la necesidad de incorporar procesos modernizadores a las organizaciones educativas. En este contexto, para ser una organización escolar efectiva que brinda un servicio de calidad, los elementos claves que forman parte del necesario desafío y compromiso de sus integrantes son gestión, liderazgo, trabajo en equipo y proyecto educativo.
La gestión es una función profesional que permite establecer objetivos y estrategias de desarrollo, precisar la alineación de sistemas y ejecutar la gestión del personal. En este sentido, los establecimientos educacionales pueden ser vistos desde la dimensión curricular y pedagógica vinculada a la calidad del aprendizaje; la dimensión administrativa relacionada con la infraestructura, las normas y recursos, entre otros; y la dimensión comunidad y entorno, referida a los espacios de participación efectiva tanto interna (comunidad escolar) como externa (redes de apoyo).
Por otro lado, el liderazgo es un elemento imprescindible en una organización educativa que busca lograr el compromiso docente y la consecución de sus fines. Un líder fomentará espacios de participación y motivará un trabajo colaborativo hacia la misión que se quiere alcanzar, legitimando su autoridad y ampliando la influencia desde la base de la organización.
El trabajo en equipo, a su vez, permite alcanzar un compromiso superior con la organización, materializando resultados soñados e imaginados por todos. Produce satisfacción y da sentido al quehacer pedagógico. Para constituir equipos de trabajo es necesario contar con orientaciones y herramientas y establecer claramente roles y funciones de sus integrantes. La conducción de los equipos por parte de los directores de escuela en tanto responsables de sus organizaciones es clave.
Finalmente, el proyecto educativo corresponde a un instrumento de planeamiento participativo, orientador y operativo de la gestión escolar. Se enmarca en una filosofía y valores determinados, respondiendo a necesidades internas y demandas externas mediante acciones concretas y articuladas.
Para elaborar un proyecto educativo son necesarias las siguientes etapas: la construcción de sentido, el análisis situacional, el planteamiento, la implementación y la evolución continua.
A modo de cierre, es necesario insistir en que se necesitan escuelas y liceos que atiendan a cada uno de los alumnos en conformidad con sus características individuales (integración e inclusión) y que ofrezcan una pedagogía de la diferencia apoyada en medios didácticos variados, con un diseño organizacional más flexible. Se requiere construir una verdadera comunidad escolar situada: una nueva forma de hacer escuela que sitúa a directivos, profesores y alumnos como protagonistas del quehacer educativo.
ELEMENTOS PARA LA MEJORA ESCOLAR
Una organización escolar que educa y busca mejorar su desempeño se sostiene en los siguientes pilares:
A.- La racionalidad, que corresponde a una disposición lógica de los elementos y a una dinámica organizativa de acuerdo a los logros esperados. Exige revisar objetivos, estructura, sistema de relaciones e indicadores, entre otros.
B.- La flexibilidad, que equivale a la capacidad de adecuarse a la práctica y a los cambios que se producen en el entorno y el interior de la organización.
C.- La permeabilidad, entendida como una apertura que exige establecer y desarrollar mecanismos bidireccionales por los que la institución interactúa con el entorno y gestiona sus influencias.
D.- La colegialidad, que promueve mecanismos de interrelación que permiten conectar espacios, horarios, profesores/técnicos y decisiones, entre otros.
LEY SEP: POTENCIAL PARA EL MEJORAMIENTO
Para la estudiante de pedagogía Alejandra Viertel, la Ley de Subvención Escolar Preferencial Nº20.428 (SEP) significa una posibilidad de mejorar la calidad de la educación y aumentar la igualdad de oportunidades, aunque, más concretamente, se la puede entender como la intención de mejorar el servicio educativo, especialmente para alumnos vulnerables.
Va acompañada de la obligatoriedad, por parte de los establecimientos, de diseñar e implementar un plan de mejoramiento para alcanzar metas a cuatro años en diversas áreas: convivencia escolar, gestión pedagógica, liderazgo directivo y recursos. Dado su cumplimiento gradual, estos proyectos requieren de constante evaluación, trabajo en equipo y búsqueda de soluciones creativas.
Es relevante que sea integral y participativo, proponiendo alternativas válidas, factibles de realizar y financiar con los fondos disponibles. Asimismo, es necesario que se sostenga en programaciones anuales tendientes a mejorar los aprendizajes: instalar sistemas de planificación de clases, mejorar la gestión docente en el aula, reforzar a los estudiantes con bajo rendimiento escolar y acciones relacionadas con la gestión institucional en todos sus aspectos.
El desafío para los colegios es que el plan de mejoramiento no se convierta en un documento para cumplir con determinada ley, sino que se aproveche para instalar nuevas y mejores prácticas educativas. Al mismo tiempo, para los futuros docentes es la oportunidad de incorporar las habilidades necesarias para formular y contribuir a proyectos orientados a resultados educativos.
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