"Al principio yo sólo quería ganar un Grand Slam, pero ahora que me he hecho mayor, lograr el número uno es algo por lo que he luchado y no ha sido cosa de esta semana o unos cuantos días por aquí y allí. Se trata de 12 meses de trabajo para llegar ahí".
Con estas palabras, Andy Murray transmitió su emoción después de haber llegado al máximo sitial del ranking mundial, una posición a la que sólo han llegado 26 elegidos en los 48 años de existencia de la Era Abierta.
Aunque sea por una semana y no haya un premio económico por obtenerlo, como fue el caso del australiano Patrick Rafter, ser número uno es un objetivo que muchos tenistas valoran más que obtener un título. Aunque sea de Grand Slam. Y eso se nota más que en cualquier otro deporte. En el fútbol, por ejemplo, el número uno del ranking FIFA importa poco si no ha ganado un torneo relevante.
"Creo que el numero uno es un trabajo que hace el jugador durante mucho tiempo para lograr ese objetivo que pocos lo tienen. Apenas 26. El mérito de Murray es haber logrado con perseverancia llegar ahí. Aunque sea por un mes, ya fue número uno. Es un trabajo de años y hay que ser constante durante ese tiempo", dice Belus Prajoux, ex capitán de Copa Davis y Fed Cup. Y agrega: "Esto significa convertirse en lo máximo en este deporte y luego de eso hay que buscar más objetivos y romper otro tipo de récords".
El ex jugador y entrenador Robinson Gamonal hace un listado de prioridades. "En orden de importancia, ser número uno es el máximo logro. Luego, ganar un Grand Slam o los Juegos Olímpicos estaría en un segundo escalón y el tercer peldaño sería ser top ten", expone.
En este grupo de 26 jugadores que llegaron a lo más alto, sólo uno nunca pudo ganar un major, cuyos premios bordean los US$ 40 millones (54 tenistas lo han conseguido en la Era Abierta). Ése es Marcelo Ríos, el primer iberoamericano en liderar la clasificación. Al respecto, Gamonal destaca: "El gran mérito del Chino fue haber sido número sin ganar un Grand Slam. Eso es mucho más difícil, porque necesitó ser mucho más regular para llegar a esa posición. Es un doble mérito y no se mantuvo más tiempo porque después se lesionó".
El argentino Guillermo Pérez Roldán, ex top 15 del ranking, aporta otra mirada sobre subir a la cima. "Lo difícil de ser número uno o no, depende de cuánto estés dispuesto a seguir tu sueño de serlo y del sacrificio que tienes que hacer. Yo llegué hasta el puesto 13 y me fue muy duro. Con sólo 23 años me tuve que retirar. De ahí a llegar a ser uno hay un enorme trecho. Nadie regala nada en el tenis. Al ser un deporte individual, dependes de ti mismo y no hay excusas", dice.
Además, resalta la importancia del trabajo: "Hay números uno que no son tan talentosos y han sorprendido por llegar a serlo: Nadal, Hewitt, Djokovic, Muster, Murray, etcétera. Ellos son producto de un enorme esfuerzo, sumado a una condición mental sorprendente".
Al ser consultado sobre si prefería haber sido número uno o ganar un Grand Slam, Guillo responde: "Ni ser uno ni grand slams; me hubiese gustado tener más tiempo para seguir sintiendo la adrenalina de competir por mis sueños. El resto se consigue insistiendo y teniendo algunas condiciones bien marcadas".
"Yo hubiese preferido ser número uno. Es un lugar que ocupa uno solo, mientras que ganar un Grand Slam lo han hecho muchos", señala Paul Capdeville, quien conoció de cerca a Andy Murray: "Conviví con él en España y entrenamos juntos. Desde que era pequeño que había grandes esperanzas sobre él. Yo lo notaba. Su club de tenis invertía mucho en él. Viajaba con un cuerpo técnico muy numeroso. Respondió rápido a las inversiones. Se metió en el top 100 muy joven. Andy se lo ganó en la cancha".
El británico Murray ayer estrenó su número uno en París-Bercy y venció por 6-3, 6-7 (4) y 6-4 a John Isner (27º) para quedarse con su octavo título del año y el 14º Masters 1000 de su carrera.