El último escándalo en el currículum de Gloria Macapagal Arroyo tiene tres ingredientes: langosta, champán y vinos; el menú escogido por la presidenta filipina para dar de cenar a su equipo el pasado 2 de agosto en el lujoso restaurante neoyorquino Le Cirque, con una factura de 20.000 dólares.
La noticia sobre el derroche de la mandataria durante el viaje oficial que efectuó a Estados Unidos escandalizó a Filipinas, donde un tercio de sus 92 millones de habitantes vive por debajo del umbral de la pobreza, según la Oficina Nacional de Estadísticas.
No es de esperar que un jefe de Estado se alimente en una cadena de hamburgueserías, pero en un país donde un plato de arroz cuesta 7 pesos, a nadie se le escapa que 142.000 personas podían haberse echado algo caliente al estómago aquella noche, de entre los cuatro millones y medio que sufren hambre severa en el archipiélago.
La noticia saltó a comienzos de semana en el tabloide New York Post, obligando al secretario de Prensa, Cerge Remonde, habitual apagafuegos de los escándalos presidenciales, a salir al paso: La cena sí había tenido lugar, pero no había sido ostentosa, en contra de lo que aseguraba el diario.
Tanto la presidenta como él mismo desconocían la factura, pues el congresista Martin Romualdez, sobrino de Imelda Marcos (esposa del dictador Ferdinand Marcos), había pagado por ella.
Pese a los esfuerzos de Remonde para mitigar el enfado de la población, los filipinos están especialmente dolidos, porque mientras el séquito presidencial se deleitaba con buenos caldos y cocina francesa, la sociedad se echaba a la calle en masa para llorar la muerte de la ex presidenta Corazón Aquino, que lideró el retorno a la democracia del país en 1986, precisamente contra la dictadura de los Marcos.
Así, la prensa local se ha explayado estos días con los detalles de ésta y otras cenas de lujo de la dirigente, supuestamente pagadas con fondos privados de congresistas y seguidores.
Esta mañana mismo, junto a la noticia de un anciano encontrado literalmente muerto de hambre en el interior de un autobús, los diarios publicaban que el grupo de filipinos en visita oficial a Estados Unidos, más de 30 personas, había disfrutado de una segunda cena de lujo el 30 de julio en el establecimiento Bobby Van's Steakhouse de Washington, por valor de 15.000 dólares.
Arrecian las críticas hacia la presidenta por este motivo, justo cuando no pasa por sus mejores momentos de popularidad tras el fallecimiento de Cory Aquino, adorada por la población y perteneciente a un clan político rival.
No ha faltado quien la ha comparado con Imelda Marcos, conocida por sus dispendios y costumbres ostentosas y su colección de 2.000 pares de zapatos.
"Este despliegue de derroche recuerda a Imelda Marcos y refuerza la idea de que los políticos son corruptos y viven por encima de sus posibilidades, mientras otros están en crisis", aseguraba el secretario general del partido Bayan, Renato Reyes.
"Este nivel de extravagancia por parte de la jefa de Estado de Filipinas nos parece a la vez vulgar y, desafortunadamente, familiar", coincidía el Comité para los Derechos Humanos en Filipinas de Nueva York, tras apodar a Arroyo como "la Nueva Imelda".
La representante del partido Gabriela, Liza Maza, iba aún más allá: "Incluso aunque no se haya gastado el dinero de los contribuyentes, los miembros del gobierno tienen prohibido aceptar regalos valiosos como una cena que cueste un millón de pesos. La velada no sólo denota falta de ética, sino un acto criminal".