Miles de personas acompañaron hoy al presidente afgano, Hamid Karzai, en el entierro de su medio hermano, Ahmed Wali Karzai, asesinado ayer en su casa por un guardaespaldas, un homicida de su propia tribu y aldea, con quien viajaba y trabajó estrechamente durante siete años.
Rodeado de efectivos de seguridad Karzai se acercó a la tumba recién cavada de Ahmed y sollozó junto al féretro. Abrumado por el dolor, el Presidente hizo un llamado a sus compatriotas para que frenen la violencia.
Horas más tarde, un ataque con bomba mató a cinco soldados franceses y un civil afgano en el este del país.
Aunque la insurgencia Talibán se atribuyó el asesinato, las autoridades afganas dijeron que no está claro si fue muerto por insurgentes o debido a una rencilla interna.
"Mi mensaje a ellos (Talibanes) es que mis compatriotas, mis hermanos, deberían cesar de matar a su propia gente", dijo Karzai. "Es fácil matar y cualquiera puedo hacerlo, pero el verdadero hombre es el que puede salvar vidas humanas".
El crimen dejó un peligroso vacío de poder en el sur del país, justo cuando había negociaciones de paz con los insurgentes antes de la retirada de las fuerzas de Estados Unidos.
Sin su medio hermano, al Presidente le resultará muy difícil encontrar un aliado ingenioso e inmisericorde para equilibrar las alianzas con los líderes tribales y políticos, narcotraficantes y las milicias en una provincia en la que los talibanes siguen teniendo una gran peso.
El Presidente, los líderes tribales, funcionarios gubernamentales y otros acudieron primero a un servicio de plegarias en la capital provincial, Kandahar y luego se trasladaron a la aldea natal de la familia, Karz, para asistir al funeral. Al abandonar la ceremonia Hamid Karzai, los asistentes arrojaron puñados de tierra sobre el ataúd de Ahmed. Poco después del funeral en Karz, el presidente ofreció una conferencia de prensa en la capital provincial.