El presidente de Burkina Faso, Blaise Compaoré, decretó hoy el estado de sitio en el país y disolvió el Gobierno, tras una violenta y masiva protesta ciudadana contra la reforma constitucional impulsada por el jefe de estado para prolongar su mandato.
Compaoré, que tomó esta decisión tras reunirse con su Consejo de Ministros, señaló que está dispuesto a negociar con la oposición y que el general del Ejército, Gilbert Diendere, será ahora el encargado de restablecer el orden en el país, según un comunicado gubernamental, citado por los medios locales.
Las protestas contra el presidente, que lleva en el poder desde 1987 tras protagonizar un golpe de Estado, arrancaron hace dos días, cuando miles de burkineses se manifestaron en la capital al grito de "Veintisiete años es suficiente" (el tiempo que lleva Compaoré en el poder).
Hoy, las protestas se extendieron e intensificaron en todo el país, especialmente en Uagadugú, donde se desató el caos cuando centenares de manifestantes asaltaron e incendiaron el Parlamento en protesta por la votación de la enmienda constitucional.
Los manifestantes también asaltaron las sedes de la televisión y de la radio públicas -obligándoles a cortar sus emisiones-, numerosas tiendas de la ciudad fueron saqueadas y las viviendas de diferentes ministros fueron incendiadas.
Tras estos incidentes, el Gobierno anuló el examen del proyecto de ley para revisar la Constitución y llamó a la población a la "calma y la contención", aunque los manifestantes no abandonaron sus protestas en las calles.
Con la declaración del estado de sitio, se produce una transferencia de poderes de las autoridades civiles a las autoridades militares, que pueden recurrir a la represión al quedar en suspenso las garantías constitucionales.
Desde su independencia en 1960 hasta la llegada de Campaoré a la presidencia en 1987, la historia de Burkina Faso, antes conocido como Alto Volta, se ha caracterizado por una sucesión de golpes de estado.