Un mes y 10 días cumplía Francisco Brieva como presidente de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt) el día de esta entrevista. Su cargo en la institución más importante para la financiación de la ciencia en el país estuvo desierto casi un año y el ingeniero civil electricista y doctor en Física, llegó con ideas para renovarlo.

Renunció a la U. de Chile, donde fue decano de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas (2002 y 2014), porque sólo tiene sentido dedicarle tiempo completo al nuevo cargo. "La ciencia no se hace part time", dice. Y no la tiene fácil.

¿Cuál es su evaluación de Conicyt?

Del mes y 10 días que llevo acá, ya he pasado 10 días fuera representando a la institución. Es poco para un diagnóstico acabado de una institución tan compleja, pero sí tengo una idea clara de lo que enfrentamos: una institución que a través de los años ha crecido -hoy tiene un presupuesto de US$ 500 millones anuales- y eso significa un esfuerzo considerable. Requiere una organización compleja y aparecen muchas dificultades, especialmente porque creció sin mayor organicidad. Un poco inspiración de unos, iniciativas de otros, pero sin coherencia. Creo que ahí hay una debilidad intrínseca en Conicyt, que pone en peligro la institucionalidad de la ciencia y tecnología en el país.

Brieva dice que el sistema de gestión de la ciencia está saturado y no permite pasar a un estadio de desarrollo más interesante. "Se estableció en los 80 y es un modelo propio de mercado, con un sesgo neoliberal obvio, un esquema que en ninguna parte del mundo se usa con la intensidad que se usa en Chile".

¿Hacia dónde debería evolucionar el sistema?

A uno donde hay un Estado que identifica prioridades y recursos para hacer realidad esas prioridades. Tiene que dejar espacio a la creatividad, con libertad de escarbar, en el mundo del conocimiento, qué puede ser novedoso, sin necesidad de pensar en la utilidad inmediata. Es una mezcla más interesante que sólo repartir dinero, porque requiere direccionamiento, inversiones importantes y eso es un ejercicio que se está iniciando. Hay concordancia de que el modelo está saturado. Funcionó, pero no permite ser mayor.

El punto tiene que ver con cómo los países van a evolucionar. Es crucial tener una visión para dar dirección.

¿Tener una visión pasa por tener un ministerio?

No, pasa por convocar, conversar, acordar y sintonizar a los actores detrás de algunas ideas. La organización para lograrlo puede ser una u otra, pero en mi mirada -otros discrepan-, no es lo central. Yo privilegio la existencia de esa visión. Una vez que tenga claro adónde quiero llegar, me organizo a través de un ministerio o de sistemas más complejos; en el mundo existen varias opciones de organización. No es central al éxito,  es la calidad de tus visiones las que marcan, la ambición de querer ser distinto.

¿Ve a la ciudadanía consciente de la importancia de la ciencia?

No. Es uno de los dramas. Hay una estadística que dice que no mucho más del 10% de la sociedad reconoce a la ciencia y tecnología como importante, y eso resulta interesante cuando todos funcionamos en base a la tecnología que estas comunidades crean. Tenemos un problema de sociedad brutal y, en el fondo, es un problema de educación.

¿Qué cambios piensa hacer en Conicyt?

Hay uno que tiene que ver con su organización, creo que hay que cambiarla radicalmente. Hay que darle una identidad clara dentro del Estado, que hoy no tiene. Es una de las unidades que maneja grandes recursos y tiene una fragilidad administrativa sorprendente. Hay una fragilidad de cómo se inventó, en los 70, de acciones que se tomaron durante el gobierno militar y la carencia de acciones después para regularizar su situación. Es extrañísimo. Si alguien se da el trabajo de ver cómo se sostiene toda la estructura de Conicyt, nadie entiende.

Hay que darle la formalidad de lo que son estas instituciones dentro del aparato del Estado y aprovechar las circunstancias de rediseñar Conicyt. Rediseñarlo es hacer una institución del año 2020 o 2030, no de 1970. Cincuenta años es mucho en el desarrollo de la ciencia y tecnología en Chile.

PRESUPUESTO CONSERVADOR

Dice que el presupuesto para ciencias sigue siendo muy poco, menos que el de algunas universidades. "Es un desequilibrio que hay que corregir" y eso significa convencer a muchos.

¿Cómo responde a las críticas sobre el Presupuesto 2015?

Mi respuesta fácil es que acabo de llegar y el presupuesto estaba zanjado de antes. Más allá de eso, es un presupuesto de continuidad, que dice que disponemos de los mismos recursos que el año pasado, entonces la reacción intuitiva es la desilusión. La pregunta es si los recursos alcanzan para una transición razonable. No es decrecimiento, no es grandes nuevas posibilidades, pero los puntos que son centrales, por lo menos en mi mirada, al desarrollo de la ciencia y tecnología en el país, como mínimo se mantienen o mejoran.

Este año hubo que hacer movimientos para asegurar el número.

Son ejercicios anuales, siempre ocurre así. Estoy en condiciones de afirmar que el número de proyectos de investigación, como mínimo, se mantienen. Probablemente hay una disminución de algunas opciones. Quiero dar una revisión al programa Becas Chile. Eso puede ser una fuente de recursos adicionales.

Es menos dramático de cómo se cuenta. No es para celebrar, pero en momentos en que uno intenta cambios, prefiero una actitud conservadora para llegar el próximo año con planteamientos sólidos, que ojalá sintonice al sistema de gobierno y hagamos esas apuestas como país. Es más interesante que disparar sin saber adónde.