El presidente de México, Enrique Peña Nieto, promulgó este viernes una reforma política que prevé la reelección de presidentes municipales y legisladores, además de la creación de la Fiscalía General -un órgano autónomo- y del Instituto Nacional Electoral, que controlará las elecciones en todos los estados.
La reforma "rompe paradigmas para consolidar una presidencia democrática y un poder legislativo más dinámico", opinó Peña Nieto, poco después de firmar la nueva ley en el emblemático Castillo de Chapultepec, en Ciudad de México.
Una de las principales modificaciones que introduce esta reforma es la posibilidad de reelección para los presidentes municipales y los legisladores federales, un tema que no había sido abordado en el Congreso desde principios del siglo XX.
Según la nueva ley, los alcaldes podrán ser reelectos una vez, mientras que los senadores y diputados podrán ejercer el cargo hasta por doce años consecutivos.
Además, se creó el Instituto Nacional Electoral para sustituir al actual Instituto Federal Electoral. El nuevo organismo tendrá la facultad para atender asuntos de la competencia de los órganos electorales locales e incluso la organización total de las elecciones.
En ese sentido, Peña Nieto anunció una próxima iniciativa para "aclarar que la nulidad de elecciones se puede producir no sólo ante la compra, sino ante cualquier tipo de adquisición de cobertura informativa o tiempos de radio y televisión fuera de los supuestos previstos en la ley".
Por otra parte, con la reforma recién promulgada desaparecerá la Procuraduría, que se convertirá en la Fiscalía General de la República, un órgano autónomo del gobierno que contará con una fiscalía especializada en delitos electorales y otra contra la corrupción.
Otra institución que ganó autonomía fue el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, mientras que los partidos políticos estarán obligados a garantizar que las mujeres ocupen el 50% de las candidaturas a legisladores federales y locales.
Según Peña Nieto, la reforma política fue necesaria pues México padecía una "aguda parálisis legislativa en la que se dejaron de aprobar reformas necesarias e importantes".
El 13 de diciembre, el Congreso ratificó definitivamente esta reforma, que se acordó en el marco del llamado Pacto Por México, que Peña Nieto firmó con las dos principales fuerzas de oposición del país con el objetivo de concertar reformas de gran calado, como las ya aprobadas en materia de telecomunicaciones, energía, hacienda, finanzas y educación.
Sin embargo, el izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD) -que se opone tajantemente a la reforma energética- se distanció del Pacto a raíz de la reforma política, pues considera que su proceso de aprobación fue acelerado por un supuesto acuerdo entre el partido oficialista, Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el opositor Partido Acción Nacional