El presidente de Panamá, Juan Carlos Varela, anunció este sábado el inicio de un proceso de reconciliación nacional para sanar las heridas abiertas hace 25 años por la invasión estadounidense para derrocar al dictador Manuel Antonio Noriega.
"Hemos designado a la vicepresidenta y canciller Isabel de Saint Malo para que a partir de este momento inicie un esfuerzo serio y comprometido por parte del Estado para la reconciliación nacional y cerrar las heridas", dijo Varela durante los actos de conmemoración de la invasión estadounidense.
"Es nuestro compromiso de buscar la unidad en nuestro país y hacer justicia", dijo Varela, según el cual su iniciativa busca contribuir a "sellar las heridas que aún quedan pendientes y vivas en muchos panameños".
Varela se convirtió en el primer mandatario panameño en presidir los actos de homenaje en honor a las víctimas de la intervención militar estadounidense, que produjo oficialmente 500 muertos, aunque organizaciones de derechos humanos elevan esa cifra a varios miles.
En los actos realizados en una fosa común ubicada en el Jardín de Paz de la capital panameña y acompañado de varios miembros de su gabinete, Varela depositó una corona de flores en honor a los caídos en compañía de varios familiares de las víctimas.
La madrugada del 20 de diciembre de 1989 más de 27.000 soldados de Estados Unidos invadieron Panamá para derrocar a Noriega, reclamado por un tribunal de Miami por narcotráfico.
Tras permanecer unos días en la Nunciatura, Noriega se entregó el 3 de enero de 1990 con uniforme militar a las tropas estadounidenses y desde entonces ha estado preso en Estados Unidos, Francia y Panamá por narcotráfico, blanqueo de capitales y desaparición de opositores durante su régimen (1983-1989).
Las víctimas exigen que Estados Unidos reconozca la invasión, indemnice al país y diga dónde están las fosas comunes donde fueron enterrados cientos de panameños, además de que se declare el 20 de diciembre como día de "duelo nacional".
Sin embargo, muchos panameños vieron con buenos ojos la invasión que puso fin al régimen de Noriega, tras años de graves violaciones a los derechos humanos y de una economía destrozada.
El exdictador, de 80 años, nunca ha pedido perdón públicamente por aquellos acontecimientos de finales de los años ochenta.
Esta semana se limitó a decir desde la cárcel panameña donde purga condenas por 60 años por desaparición de opositores que "ya nadie sabe lo que pasó y cada uno cuenta la historia como le da la gana".