El 11 de septiembre de 1973 coincidió con mi primer día de clases en Harvard y lo recuerdo como si fuera hoy. Llegué a clases y un profesor me dijo que había ocurrido un golpe en Chile. Volví a mi departamento de estudiante y vi por televisión cosas que no podía creer: aviones de la FACh bombardeando La Moneda, los tanques paseando por las calles, patrullas militares con ametralladoras recorriendo la ciudad. Pensé que mi país se había vuelto loco e intuí de inmediato que la recuperación de la democracia sería difícil, larga y exigente”, señala el Presidente.

Coincidencias del destino, 40 años más tarde le tocaría rememorar ese momento, pero ahora desde el interior de Palacio y como el primer Mandatario de la centroderecha en alcanzar la Presidencia desde el retorno de la democracia. Y su plan es recordarlo como "un momento histórico y muy importante para nuestro país", a través de un "acto republicano y sobrio", como él lo califica.

Presidente Sebastián Piñera y su juicio a 40 años del Golpe: “Hubo muchos que fueron cómplices pasivos: que sabían y no hicieron nada o no quisieron saber”

"Es malo olvidarlo, ignorarlo o pretender barrer bajo la alfombra todos los errores que se cometieron. Pero la cuestión es recordar para qué: para reincidir en los mismos errores que nos llevaron a la destrucción de la democracia o, por el contrario, para aprender de esos errores y no repetirlos más. Y eso está todavía por verse, porque veo que hay algunos que quieren seguir el primer camino y otros que queremos seguir el segundo camino".

¿En el marco de esta conmemoración la derecha tiene que pedir perdón como hizo el senador Hernán Larraín?

El perdón es un tema personal. Si alguien tiene pecados, culpas, ya sea de acción u omisión, está arrepentido y siente que tiene que pedir perdón, que lo haga. Pero no creo lógico que empecemos unos a otros a exigirnos actos de perdón. El perdón es un acto libre e individual, que surge de la iniciativa y conciencia de cada uno y, por lo tanto, yo respeto a los que piden perdón y a los que sienten que no tienen necesidad de pedirlo. Pero sí es muy importante en este aniversario que entendamos que el quiebre de la democracia, el gran fracaso de una generación, no fue una muerte súbita, sino el desenlace predecible, aunque no inevitable, de una lenta y sistemática agonía de nuestra democracia, de nuestra convivencia, de los valores republicanos y del estado de derecho. Poco a poco todos fueron contribuyendo a debilitar la democracia y el estado de derecho…

¿Quiere decir que no fue culpa exclusiva de los militares, sino que hubo responsabilidades compartidas?

Definitivamente no es que los militares enloquecieron el 11 de septiembre y decidieron súbitamente tomarse La Moneda. Es evidente que el proceso se venía acumulando porque el gobierno de la Unidad Popular intentó establecer una sociedad inspirada en los valores del socialismo marxista que no representaba a la inmensa mayoría de los chilenos. Tras eso, la sensatez fue dejando lugar a las pasiones; el respeto, a la intolerancia; el diálogo, a la violencia; la amistad cívica, al odio de clases. Todo eso se fue acumulando desde la década del 60, llegó a su clímax en los 70 y culminó con el golpe de Estado. Algunos introdujeron la violencia como medio legítimo de lucha y despreciaron la democracia. Pero no significa que estas circunstancias históricas, previas al golpe de Estado, justifiquen en nada lo que ocurrió después y, particularmente, los graves, reiterados e inaceptables atropellos a los derechos humanos.

Por eso que algunos sectores piden un gesto por parte de quienes apoyaron el gobierno de Pinochet, incluyendo a la candidata presidencial del oficialismo.

Sin duda que el gobierno militar tuvo sombras muy profundas, como el atropello reiterado, permanente y sistemático de los derechos humanos por parte de agentes del Estado o la pérdida de libertad y la supresión de los derechos esenciales. Pero también hubo algunas luces, como el programa de modernización de nuestra sociedad, de nuestra economía e instituciones, la apertura al exterior, la incorporación de la economía social de mercado y las oportunidades para la iniciativa individual. Todo ello fue positivo y se anticipó a los tiempos. Pero si buscamos responsables de lo ocurrido durante el gobierno militar y, particularmente, de los atropellos a los derechos humanos y la dignidad de las personas, por supuesto que hay muchos. Por de pronto, las máximas autoridades del gobierno militar, que sabían o debían saber lo que estaba ocurriendo. Pero no solamente ellos. Hubo muchos que fueron cómplices pasivos: que sabían y no hicieron nada o no quisieron saber y tampoco hicieron nada. También hubo jueces que se dejaron someter y que negaron recursos de amparo que habrían permitido salvar tantas vidas. También periodistas, que titularon sabiendo que lo publicado no correspondía a la verdad.

¿Hay cómplices pasivos trabajando en su gobierno?

En este gobierno no hay ningún ministro ni ha habido ministro que haya sido ministro del gobierno militar.

Pero sí autoridades.

Sí, pero quiero decirlo con mucha claridad: el hecho de haber trabajado en el gobierno militar, de buena fe, con buena voluntad y el mejor interés por Chile, no constituye una descalificación ni prohibición para seguir ejerciendo cargos de servicio público. No creo que el día del juicio final queden a un lado los que fueron partidarios del gobierno militar y al otro lado, sus opositores. Pero sí creo que los que tenían las máximas responsabilidades del gobierno militar sabían o debían saber y, por lo tanto, debieron haber evitado lo que ocurrió en materia de derechos humanos y abusos.

¿No cree que un acto como el que organizan pone en problemas a su candidata?

Se trata de una conmemoración, de reconocer que el 11 de septiembre existió y que el país no puede ignorarlo. Y a este Mandatario le toca ser Presidente de todos los chilenos en momentos en que recordamos estos 40 años. Se trata de hacer un acto republicano, sobrio, donde el Presidente pueda hacer una reflexión lo más honesta, sincera y profunda sobre qué pasó y por qué. No con el propósito de reabrir las heridas y revivir odios y pasiones, sino todo lo contrario: aprender de lo que ahí pasó para nunca más repetir los mismos errores. Evidentemente, también haré una reflexión respecto de lo que pasó después del 11 y de los muchos errores que se cometieron. Desde ese punto de vista, vamos a invitar a las autoridades actuales y anteriores.

¿También a los candidatos?

Lo estamos pensando.

¿A la ex Presidenta Bachelet?

Posiblemente sí. Por mí, que vengan todos.

Haber votado por el No en el plebiscito del 88 es considerado por los analistas como uno de los elementos que ayudaron a su posicionamiento como candidato presidencial. ¿Considera un retroceso que ahora su sector sea representado por la hija de uno de los integrantes de la Junta de Gobierno y que apoyó el Sí?

No.

Pero no parece la mejor carta para conquistar el voto de centro.

En primer lugar, Evelyn Matthei es ella, con sus valores, sus principios y acciones, por las cuales tiene que asumir responsabilidad. No tiene por qué hacerse responsable de lo que hizo o no hizo su padre, tíos o abuelos. Pero es verdad, yo fui un tenaz opositor al gobierno de la Unidad Popular, porque pensaba que desde el punto de vista doctrinario atentaba contra valores esenciales, como la libertad y dignidad del ser humano. También fui opositor del gobierno militar desde el primer día, porque no me gustó la forma en que empezó. Para qué decir cuando empezamos a conocer los atropellos a los derechos humanos. Así que no es sólo que voté No en el 88. Voté No en el 78 y en el 80. Sin embargo, una cosa es recuperar la democracia, que era mi gran motivación, y otra muy distinta es qué quería para el futuro de mi país. Y por eso, cuando finalmente se recuperó la democracia, tomé el camino que todos conocen.

Que incluyó trabajar con quienes apoyaron el Sí.

Casi toda la centroderecha se inclinó en esa época por el Sí. Yo lo discutí mucho, porque sentía que era un profundo error. Extender el período militar por ocho años más era no entender que el país estaba preparado y necesitaba recuperar la democracia tanto como el aire que respiramos. Pero todos tenemos derecho a equivocarnos. No me importa que la gente cometa errores, lo que me preocupa es que después de tener más información y tiempo para razonar, insista en los mismos errores. Y estoy absolutamente convencido de que la inmensa mayoría de la centroderecha, si pudiese volver atrás, se la jugaría por recuperar la democracia por el camino más corto y directo posible que en ese momento era la opción No.

Entonces no debería haber ningún drama en reconocer el error.

Muchos lo han hecho.

Lo digo por la candidata.

No sé si Evelyn Matthei no lo ha dicho. Esta semana dijo algo distinto: que tenía 20 años en 1973 y no tenía de qué pedir perdón. La verdad, es un poco engañoso, porque no estamos hablando sólo de ese momento sino de todo lo que pasó después. Pero yo tengo la impresión, y se lo pueden preguntar a ella, que si pudiese, con toda la información de hoy, la inmensa mayoría de nuestro sector estaría con el camino del No.