El presidente ucraniano Viktor Yanukovich cayó enfermo y se encuentra de baja médica en plena crisis en el país, donde la  oposición se niega a abandonar las barricadas, pese a las concesiones  gubernamentales. 

El jefe de Estado, que desde hace dos meses enfrenta un movimiento  contestatario sin precedentes, padece "una enfermedad respiratoria aguda" y  tiene una "baja médica". 

El miércoles, Yanukovich fue al Parlamento que discutía una ley de amnistía para los manifestantes arrestados durante los disturbios, una de las  principales reivindicaciones de la oposición.

La mayoría partidaria del poder votó a favor ese texto, que permitirá la liberación de decenas de personas arrestadas en los violentos enfrentamientos de enero, pero con condiciones, incluyendo la evacuación de algunos de los edificios públicos que siguen ocupados, como la alcaldía de la capital. 

La oposición se negó, corriendo el riesgo de un nuevo enfrentamiento,  mientras las calles de Kiev siguen llenas de barricadas y persiste la tensión  en algunas regiones.

"Me parece que este hombre quiere estafarnos y trata únicamente de ganar tiempo. Pero nosotros no se lo permitiremos", declaró uno de los líderes  opositores, el ex campeón de boxeo Vitali Klitschko, al diario alemán Bild del  jueves.

También manifestó el deseo de que la Unión Europea (UE) declare persona non grata a Yanukovich y sus allegados mientras el mandatario no haya firmado la derogación de las leyes represivas sobre las manifestaciones, que ya fue votada en el Parlamento. 

"No crean que la oposición parlamentaria traicionará a Maidan", el nombre ucraniano de la Plaza de la Independencia, corazón de las protestas en pleno  centro de Kiev y símbolo del movimiento, afirmó por su parte el miércoles de noche el dirigente del partido nacionalista Svoboda, Oleg Tiagnybok, a varios cientos de manifestantes muertos de frío, con una temperatura de -20 grados.

PRESIONES INTERNACIONALES

La jefa de la diplomacia de la UE, Catherine Ashton, quien se encontraba en  Ucrania el miércoles, pidió el fin de "la violencia y (de las) intimidaciones, vengan de donde vengan". 

Inicialmente, los europeos habían apoyado explícitamente la movilización  popular en Ucrania, provocada por el vuelco a fines de noviembre del gobierno  ucraniano, que súbitamente renunció a firmar un acuerdo de asociación con la UE  para inclinarse en favor de Rusia.

Pero después de los violentos choques en Kiev, las autoridades europeas pidieron sobre todo el diálogo, aunque condenaron la adopción de las leyes represivas que los desencadenaron. 

Berlín indicó que la canciller Angela Merkel había llamado al presidente  ruso, Vladimir Putin, para pedirle que favoreciera el diálogo en Ucrania.

Rusia, que apoyó al gobierno de Yanukovich desde el comienzo de esta crisis  y denunció lo que consideraba como injerencias europeas en Ucrania, se mostró  prudente el miércoles respecto a los cambios que actualmente tienen lugar en  ese país. 

Putin consideró que había que "esperar la formación del nuevo gobierno" antes de continuar suministrando la ayuda económica de 15.000 millones de  dólares acordada en diciembre a Ucrania después de ese país renunció a  asociarse con la UE.

Rusia también recordó el miércoles que Ucrania tenía una deuda de 2.700  millones de dólares con ella por el gas que le entrega, sugiriendo que tenía los medios de pesar en la situación según la orientación tomada por el nuevo gobierno.