Cuando la estación de las flores se hace esperar tras un duro invierno, los neoyorquinos y los visitantes siempre tienen el recurso de acudir al Jardín del Botánico del Bronx para disfrutar de una anticipada primavera.
Situado en uno de los barrios de la ciudad con peor fama, una imagen alejada de la realidad, el jardín es una de las joyas turísticas de la ciudad que ofrece a los visitantes la posibilidad de disfrutar de 100 hectáreas de terreno y múltiples variedades de flores y de plantas. Un oasis de paz en una de las metrópolis con más actividad del mundo.
Con 50 jardines diferentes, una colección de 30.000 árboles y más de un millón de plantas, el Jardín Botánico del Bronx constituye una oportunidad única para explorar la parte más amable y natural de la ciudad de los rascacielos, además de que desempeña un papel fundamental en la educación científica de miles de niños neoyorquinos con sus programas didácticos.
La institución ha vivido una resurrección en los últimos 17 años gracias a diferentes campañas que han conseguido reunir casi 600 millones de dólares para sus actividades y servicios.
EL PALACIO DE CRISTAL
El jardín no sólo se limita a mostrar especímenes de una manera pasiva sino que hace un gran esfuerzo por mostrar su potencial de una manera activa a través de exposiciones temáticas que añaden un significado a cada una de las flores.
El hogar de la mayoría de estas exhibiciones es el palacio de cristal Enid A. Haupt Conservatory, uno de los espacios más emblemáticos de la institución y el invernadero de estilo victoriano más grande de Estados Unidos.
Traspasar las puertas de este edificio es trasladarse a los medios naturales más diversos, desde un bosque tropical a un desierto poblado de cactus.
El palacio de cristal es el escenario elegido para dar la bienvenida cada año a la primavera con una exposición anual dedicada al mundo de las orquídeas, reuniendo las más variopintas variedades.
ORQUÍDEAS CUBANAS
Cuando hace apenas unas semanas en Nueva York aún se podían ver los restos de la última nevada, el jardín fue invadido por la alegría de las orquídeas con la exposición "The Orchid Show: Cuba in Flower" (Espectáculo de orquídeas. Cuba en flor).
La exhibición, situada en el palacio de cristal, muestra miles de ejemplares de estas flores típicas del Caribe evocando la arquitectura y los alrededores de La Habana.
Entrar en el pabellón es trasladarse a la ciudad cubana a través de sus flores y de la reproducción de la Giraldilla, realizada específicamente para esta exposición.
Este torreón, que concentra historia y romanticismo, se encuentra en el Castillo de la Real Fuerza, una estructura defensiva construida después del ataque de los piratas franceses a la ciudad en 1538, la fortaleza de piedra más antigua de América.
Desde hace ocho años, el jardín inicia su temporada de exposiciones de primavera con una exposición dedicada a las orquídeas centrándose en una zona geográfica concreta.
El comisario de las exposiciones del Enid A. Haupt Conservatory, Marc Hachadourian, dijo que "es un contraste maravilloso cuando miras a través de la ventana y no ves nada más que el gris y el blanco del invierno y dentro te rodea tanto color".
La mayoría de las flores en exhibición provienen de la propia colección de la institución que consiste en aproximadamente 8.000 especímenes diferentes, señaló Hachadourian, que explicó son tratados por expertos llegados de diferentes puntos del país como California o Hawai.
Cada año la institución trabaja con un diseñador que tenga una conexión con el tema de la exposición. Para esta ocasión, el Jardín Botánico del Bronx ha elegido a Jorge Sánchez, un diseñador de paisajes afincado en Palm Beach (Florida) y descendiente de una familia cubana.
El diseño de Sánchez conduce a los visitantes desde La Habana vieja hasta una histórica fábrica de azúcar que se encontraba en la capital de Cuba.
UNA TEMPORADA EXUBERANTE
La exhibición de orquídeas es el pistoletazo de salida para una de las épocas más exuberantes del año en esta institución emblemática de la ciudad. Durante esta primavera, además, naturaleza y literatura se darán la mano para homenajear a la poetisa estadounidense Emily Dickinson (1830-1886) que pasó gran parte de su vida recluida en el hogar familiar en Amherst (Massachussets).
Las casas donde vivió Dickinson así como los jardines de cada una de ellas fueron espacios determinantes para la obra de la poetisa.
Así, el Jardín Botánico del Bronx, en colaboración de la Poetry Society of America, dará la posibilidad a los amantes de la literatura y de las plantas de sumergirse en el mundo de la poetisa con una reproducción de su jardín. En ella los visitantes podrán disfrutar de las flores y plantas favoritas de la escritora que escribió el poema "En mi flor me he escondido".
A través de un paseo entre tulipanes, rosas, lilas o jazmines, los turistas se verán envueltos por el paisaje que inspiró buena parte de la poesía de Dickinson y que les permitirá conocer a la autora no sólo como poetisa si no también como jardinera, botánica y mujer de la época victoriana.
La botánica fue una de las pasiones de esta mujer que a los nueve años empezó a estudiar esta ciencia y a coleccionar y clasificar diferentes especímenes de flores, alcanzando los 420, que se verán en una edición digitalizada de su herbario.
Para alcanzar la inmersión completa en la obra de Dickinson el jardín organizó una serie de paseos que tienen como base los poemas de la autora que podrán ser leídos durante la caminata rodeados de las flores que fueron sus musas.