Primavera Fauna cumplió seis años y debutó esta tarde de sábado en Vitacura, prácticamente al otro extremo de la capital desde su punto tradicional en Espacio Broadway de la ruta 68. Esta edición se subdividió en una jornada diurna en avenida Las Condes frente al cerro Alvarado, y otra versión focalizada en DJs que debiera concretarse esta noche en Espacio Riesco de Huechuraba. El lugar para la música al aire libre resultó más pequeño, irregular y con un escenario menos que en ediciones previas. Mientras el anterior sitio contaba con pasto y piscina, lo que acentuaba la sensación de un día de campo, Espacio Centenario ofrece una planicie de tierra que luego desciende hasta llegar a otro plano, donde se instalaron los dos principales escenarios, y un tercero más pequeño dedicado a la música electrónica.
Sin embargo, la tierra, las piedras, la pendiente con vista a ambos escenarios donde la gente se instaló como si se tratara de las galerías de un anfiteatro, la menor presencia de marcas pero a su vez un mayor número de puestos de comida de todo tipo con predominancia de food tracks, timbraron una escala más relajada al evento. Con un cartel donde los platos fuertes son Primal Scream y Air, programados hacia el anochecer, los mayores atractivos previos fueron Kurt Vile and The Violators y el power trio liderado por Courtney Barrett, artistas que calzan perfecto con la imagen del rock desaliñado y furioso de los tiempos de la Nación Alternativa de los noventas. Particularmente poderoso resultó el show de Barrett. La australiana se mueve entre el noise, el blues de alta electricidad y momentos de power pop con una voz que arrastra las líneas con el tono descreído de Lou Reed.
Luego se presentó The Brian Jonestown massacre, la banda de San Francisco que a pesar del ingenioso nombre practica un rock lisérgico trasnochado que se rinde a la tradición del género del Bay Area, pero con piloto automático y una displicencia asombrosa. Tan así que el segundo tema lo detuvieron al poco andar mientras el líder, guitarrista y cantante Anton Newcombe lanzaba un chiste sobre el poco ensayo del septeto, que con tres músico menos sonaría exactamente igual. Soporíferos y decepcionantes.
En paralelo se presentaba el dúo electrónico colombiano Mitú, que sin ser particularmente descollantes, parecían una bomba de energía frente al rock que se escuchaba a lo lejos, mediante una mezcla de percusión ejecutada en vivo y máquinas.
Hasta el cierre de este despacho no había cifras oficiales de asistencia por parte de la productora a cargo. Pero dadas las características del sitio y la afluencia de público, difícilmente esta versión de Primavera Fauna debiera siquiera rondar las 15 mil personas del año anterior.