En el "Hielo Bar" de Montevideo, erigido sobre 180 bloques de hielo de 90 centímetros de largo, 50 de alto y 20 de profundidad, las vasos están hechos de agua helada, al igual que la barra y los taburetes, y la única ropa de etiqueta requerida es un robusto abrigo de doble forro facilitado por el mismo local.

El establecimiento, situado en el subsuelo del Hotel Radisson de la capital uruguaya, abrirá sus puertas el 7 de octubre y la idea de sus promotores es que se convierta en todo un polo de atracción turística para la región.

"Se trata de dar a los clientes una experiencia original y divertida, que está muy de moda en Europa y que en el caso de Uruguay tendrá atractivos únicos", aseguró a Efe el empresario español Pepe Gutiérrez, copropietario del "Hielo Bar", cuya entrada con consumición incluida cuesta 350 pesos (17,5 dólares).

Entre sus peculiaridades, el bar contará con una escultura de hielo del Quijote de dos metros de altura y otra de un gaucho con las que los visitantes podrán sacarse fotos, además de una pequeña exposición de figuritas microscópicas del mismo material que solo se podrán ver con una lupa.

Para aclimatar a los clientes antes de pasar, el establecimiento dispone de su propio "iglú", un pequeño bar donde las temperaturas son más agradables y las luces comienzan a situar al visitante en una especie de "encantadora región polar".

Dentro del local, que se mantendrá a una temperatura de entre 6 y 8 grados bajo cero, no se podrá permanecer más de 15 minutos ya que pasado este tiempo, "el cuerpo humano empieza a reaccionar y sobre todo en los pies se comienza a sentir cada vez más frío", explicó el socio de Gutiérrez, el cubano Roberto Suárez.

Los empresarios, que han invertido 200.000 dólares, se inspiraron en los llamados "Ice Bar" que nacieron en Nueva Zelanda y que se han ido inaugurando en diferentes lugares del norte de Europa y en otras latitudes, como en México, pero al llegar a Montevideo se encontraron con ciertas dificultades con las que no contaban.

"No había forma de conseguir hielo, más allá de los cubitos que todos tenemos en casa, así que tuvimos que fabricarlo nosotros mismos con unas máquinas especiales", recordó Gutiérrez.

Ahora los bloques ya están listos para colocar y mientras se espera la llegada de las esculturas y los últimos detalles helados, los camareros, que trabajarán por turnos cortos, ya se están entrenando para soportar el frío y servir copas en unos vasos especialmente resbaladizos.