Chistes, insultos, trato desigual y, en casos extremos, violencia física son vivencias que adolescentes lesbianas, gays y bisexuales (LGB) enfrentan a diario. Un grupo con desafíos más complejos que los de sus pares heterosexuales, pero que en Chile ha estado ausente de estudios.

La última encuesta del Injuv señaló que el 2,2% de la población joven se declara homosexual y 1,1% bisexual. Pero la medición no consideró a la población adolescente entre 10 y 19 años. Por ello, el Centro de Medicina Reproductiva y Desarrollo Integral del Adolescente (Cemera), de la Facultad de Medicina de la U. de Chile, y la Escuela de Psicología de la U. Academia de Humanismo Cristiano, analizaron el comportamiento sexual y características de adolescentes que consultaron en Cemera entre 2000 y 2012.

De 5.143 jóvenes, 127 reportaron orientación LGB (2,4%). Ambos grupos no son idénticos en riesgo sexual y vulnerabilidad, dice Electra González, subdirectora de Cemera y autora del estudio, pero hay poca sensibilización de esas diferencias y sus implicancias en educación y salud.

Por ello, conocer sus características es un aporte para los profesionales de salud que necesitan mayor capacitación para abordarlos de mejor manera, ser una fuente de apoyo y atender sus necesidades, "y en el ámbito escolar, para ser considerados en programas de educación sexual", dice.

Un grupo, que la evidencia muestra, está en mayor riesgo. Tienen de tres a cinco veces más probabilidad de consumo de drogas y alcohol, y tres veces más probabilidad de ideación suicida o intento suicida.

Vulnerabilidad

El estudio observó que los adolescentes LGB con mayor frecuencia son de sexo masculino (47,2%, versus 7,5%) y que se suelen definir más sin religión (40%, versus 18,5% heterosexual).

La orientación sexual LGB incrementó en 1,55 veces el riesgo de iniciar actividad sexual antes de los 16 años.

Si la adolescencia es compleja para cualquier adolescente, para uno/a LGB lo es aún más. Pero no es por su condición sexual, aclara González, sino por la discriminación por sus pares e incluso profesores. "Pese a los avances seguimos discriminando en nuestra forma de hablar. Hay mucho que cambiar, incluso en teleseries se les presenta caricaturizados".

Francisco Aguayo, psicólogo, director de Masculinidades y Equidad de Género, resalta que en consulta los adolescentes relatan mayor aislamiento. "Sabemos que sufren mucha discriminación y que hay mucho estigma con las orientaciones que no son las heterosexuales".

Una discriminación que se da en la escuela, la familia o en la calle. Pero también las personas pueden tener homofobia internalizada, aclara Aguayo. "Muchos piensan que lo que les ocurre es una experiencia pecaminosa e imaginan un futuro infeliz. Lo asocian a inestabilidad, que no tendrán pareja estable o una familia feliz, les genera un enorme sufrimiento".

Poca empatía

Claudio Martínez, docente de la Facultad de Psicología de la U. Diego Portales, entrevistó a 30 jóvenes LGB sobre la temática del suicidio. Para ellos, cuando la orientación sexual se hace patente, temen preguntar sobre sus inquietudes a su familia.

La mayoría lo vive en soledad, el mundo adulto por ignorancia o rechazo cultural no responde de buena manera. "Profesionales como psicólogos o médicos ignoran cómo ayudarlos, no tienen muy claro ellos mismos lo que piensan del tema e indirectamente responden homofóbicamente".

"Si tengo un hijo gay, lo mato", son ejemplos presentes en la cultura que han crecido escuchando, dice Martínez.

Jaime Barrientos, académico de la Escuela de Psicología de la U. de Santiago, ha investigado el tema y señala que uno de los momentos más complejos es contar a la familia, donde la figura del padre pasa a ser una imagen de discriminación.

El entorno familiar no responde muy bien. "En los estudios hemos visto que los padres disminuían los permisos y los castigaban, con la lógica de pensar que al estar con determinados amigos provocaba que sintiesen lo que sentían". Ahí se entienden cifras como las que el estudio de Cemera revela, que adolescentes LGB reportaron con mayor frecuencia no salir el fin de semana (36,8%, versus 13,4% de heterosexuales).

Investigar este tema es reciente, dice Martínez. "Es un grupo de alto riesgo y se hace muy poca investigación sobre el tema. Es significativo y nos compete a todos transmitir la información, para ir desmitificando cosas".

En una sociedad como la chilena, en la que existen muchos motivos por los que se discrimina, la orientación sexual es uno, dice Barrientos. "Investigar esta área es un aporte, un grano de arena para aportar información para que la sociedad modifique sus prácticas discriminatorias".

Discriminación a los jóvenes transexuales

Y si los adolescentes LGB viven discriminación, para el grupo transexual esa experiencia es mucho mayor. "Se llevan la peor parte de los prejuicios y discriminación; nuestro país tiene una enorme deuda en avanzar en ese sentido", indica Jaime Barrientos, académico de la Escuela de Psicología de la U. de Santiago.

El tema transexual es aún más complejo, aclara Claudio Martínez, psicólogo, docente de la Facultad de Psicología de la U. Diego Portales. Eso, porque en ellos parte desde mucho más niños el sentirse distintos y en un cuerpo que no coincide con ese sentir.

"La confusión puede partir a los cuatro o cinco años. Sufren bastante más y no todos tienen acceso a recibir ayuda. Y cuando tienen claro que son trans, tampoco todos puedan hacerse las terapias", indica.

Es un tema que en Chile aún tiene muchos aspectos en los que avanzar, coinciden los especialistas. "Se pide tener leyes al respecto, pero es poco lo que se ha avanzado y la Ley de Identidad de Género aún está en el Congreso", dice Martínez.

Desde 2013 que se tramita dicha ley, que busca contar con una regulación que permita a las personas cambiar su nombre y sexo legalmente, modificación que debería mostrar su carné de identidad.