Una vez que se traspasa la puerta de la oficina 304 en Moneda 856, el ajetreo del centro desaparece y un ambiente con luz tenue, aromas de lavanda y eucaliptus, y música relajante de fondo reciben a las personas que asisten al primer "siestario" de Santiago, Mi Espacio, el único lugar que existe en la ciudad para tomar una siesta de entre 30 o 45 minutos.

Hasta este lugar en calle Moneda, entre San Antonio y Estado, llegan ejecutivos bancarios, gerentes de empresas, directores de instituciones públicas y también jóvenes, que recién empiezan a trabajar en una de las tantas oficinas de este sector del centro. "Viene gente entre los 23 y los 70 años. Un 70% son hombres y un 30% mujeres", indica la dueña de esta iniciativa, Karin Schirmer.

Este moderno "siestario" fue inaugurado hace cinco meses y de las 120 visitas mensuales que recibía en promedio a fines de 2012, hoy subieron a más de 400. Es decir, la demanda aumentó en un 300%.

El éxito se debe, según su dueña, a que no existía un concepto como éste en una zona que concentra una importante fuerza laboral. "También porque tenemos un buen servicio por un precio accesible", dice Schirmer en referencia a los $ 5.000 que cobran por 30 minutos de siesta.

Perfil de usuarios

Karin Schirmer -técnica en turismo y hotelería- trabajaba en el Hogar de Cristo cuando pensó en este negocio. "La gente que estaba a mi cargo me pedía permiso para dormir una breve siesta. Me di cuenta de los beneficios y aposté por esto", recuerda.

El servicio que proporciona en Mi Espacio no incluye solo el descanso, sino que una sesión de aromaterapia y masajes inductores del sueño. "Al llegar, cada cliente es recibido por una experta en terapias naturales. Ella es la encargada de proporcionar masajes en la cabeza, cara y hombros durante cinco minutos para luego dejarlos en los cubículos acondicionados con música y aromaterapia. Cuando despiertan pueden tomar un té o una fruta", explica la dueña.

"Salgo con otro ánimo. Trabajo frente a un computador todo el día y venir acá me ayuda a desconectarme y salir mucho más relajado", explica Adolfo Sepúlveda (45), un técnico en informática del Servicio de Impuestos Internos (SII) que va una vez a la semana. Lo mismo hace Pilar Oñate (39), de la misma entidad pública. Como aparte de dormir, toma horas de reflexología y magnetoterapia, se salta el almuerzo. "Vengo todas las semanas. Es un hecho que uno sale más activo de acá y la tarde, luego, se pasa volando", cuenta Oñate.

La neuróloga y experta en trastornos del sueño de la Clínica Las Condes, Larisa Fabres, explica que los beneficios de una siesta breve, de no más de 40 minutos, "ayuda a mejorar el rendimiento, la memoria, bajar la tensión y la ansiedad. Además, tiene efectos en el humor de las personas, porque andan más relajadas".

Le sucedió a Andrés Astaburuaga, ejecutivo bancario, (35 años) en su primera sesión. "Tenía la curiosidad de conocerlo hacía tiempo. Es increíble el cambio, salí muy relajado y tranquilo", asegura.

Schirmer cuenta que los buenos resultados de su emprendimiento la llevaron a firmar convenios con empresas que están cercanas a su "siestario", entre ellas, el SII. "Ahora estoy pensando en instalar el mismo concepto en todos los lugares donde se concentran las oficinas y las empresas", afirma.