El proceso contra el ultranacionalista Anders Behring Breivik, juzgado por el asesinato de 77 personas el año pasado en Noruega, fue suspendido hasta el próximo jueves, fecha en que el tribunal de Oslo se concentrará en la matanza en la isla de Utoya.
El caso, que se había abierto el 16 de abril, fue suspendido después de dos semanas esencialmente dedicadas al testimonio del ultraderechista y de personas que sobrevivieron al atentado con bomba perpetrado ante la sede del gobierno, el 22 de julio de 2011, que dejó ocho muertos y nueve heridos.
El próximo jueves, el proceso comenzará con el testimonio del capitán del ferry MS Thorbjoern, que hace la conexión entre el continente y la isla de Utoya, donde Breivik disparó a mansalva durante casi una hora contra una multitud de jóvenes socialdemócratas reunidos en un campamento de verano.
Breivik, de 33 años, reconoció los hechos pero se declaró no culpable, por considerar que su gesto fue un "ataque preventivo contra los traidores a la patria", culpables, según él, de entregar a Noruega al "multiculturalismo" y la "invasión musulmana".
La salud mental de Breivik sigue siendo una cuestión central del proceso. Inicialmente fue declarado psicótico, pero un segundo panel de especialistas lo consideró mentalmente sano.
TESTIMONIOS
Esta jornada un empleado público noruego al que le tuvieron que amputar una pierna tras ser alcanzado por la bomba colocada por Breivik en Oslo, habló sobre el momento en que su
vida cambió para siempre. "Repentinamente, algo me impactó, una ola de presión muy fuerte que me levanta y me lanza lejos", comentó Tore Raasok, un trabajador de 56 años del Ministerio de Transporte.
"Las cosas han estado bastante bien con mis ojos", comentó el servidor público con anteojos, mientras Breivik miraba atentamente a pocos metros. "Veo tan mal como antes del evento",
agregó con humor negro.
"Todo esto es muy difícil de escuchar. Pero estos casos son parte de la acusación, de modo que las víctimas tienen que arrojar luz sobre las consecuencias de lo que pasó", dijo el fiscal Svein Holden.
Kristian Rasmussen, otra víctima de la bomba, dijo a la corte que se encontraba escribiendo un correo electrónico en su oficina en el Ministerio de Energía cuando "todo se volvió negro".
"Estuve en coma por alrededor de 12 días y había mucha incertidumbre respecto a si yo sobreviviría", recordó el hombre de 31 años, que estuvo hospitalizado casi dos meses, consignó Reuters.
Fuera de la corte, miles de rosas aún yacían en el suelo después de que fueron depositadas por más de 40.000 personas que se reunieron el jueves para cantar una canción denostada por Breivik, en una manifestación que sus organizadores dijeron que apuntaba a apoyar a las víctimas y mostrar al pistolero que no había quebrado a la tolerante sociedad noruega.