Rodrigo Meléndez camina por los pasillos del estadio Lucio Fariña de Quillota. En una mano lleva un termo y en la otra un mate. A su lado, Eddio Inostroza, jugador de Colo Colo de los 70 y 80, y el ex árbitro Luis Osorio, padre de Jorge, también réferi. Es miércoles 30 de agosto y la tarde parece inalterable. Pero no.
El trío no se dirige a la cancha, sino que va a una sala ubicada debajo de la tribuna Pinto del coliseo. Ahí montará una clase del taller de monitores de liderazgo y trabajo en equipo, impulsado por la fundación Ganamos Todos, que preside Harold Mayne-Nicholls. La audiencia, eso sí, es totalmente particular. Los alumnos esta vez son funcionarios de Gendarmería de Chile.
Kalule, quien por la mañana dirigió los trabajos en el césped, ahora se transforma en el maestro de ceremonias.
"Ustedes están ligados a las reglas, y si no las cumplen, pueden ser amonestados o sancionados, ¿cierto? Bueno, esto mismo ocurre con las reglas del fútbol", dice el ex seleccionado, para introducir el módulo ligado al arbitraje, explicado por Osorio.
El grupo de oyentes es muy heterogéneo. Va desde funcionarios administrativos hasta gendarmes que interactúan directamente con los reos de la cárcel de Quillota. Hombres y mujeres, en casi igual proporción. Algunos más familiarizados con el fútbol que otros, pero todos motivados con las palabras de uno de los símbolos del Colo Colo de Borghi.
"Cuando yo asumí, dije que los recursos humanos iban a ser un eje fundamental de mi gestión. Y lo más reciente es un programa de salud laboral. Hicimos charlas preventivas para evitar el consumo de drogas e incorporamos la práctica deportiva como un elemento fundamental para generar liderazgo, buen clima y relacionar salud con deporte. Así, nació la oportunidad de hacer un convenio con la fundación Ganamos Todos", explica Jaime Rojas, director nacional de Gendarmería, quien anuncia que las capacitaciones proseguirán en los penales de Colina I y Puente Alto, donde los índices de estrés de los funcionarios son altos.
"Nos sirve mucho. Como yo soy garitero, gran parte de las horas las tengo en la unidad. Entonces, salir de la rutina es muy valorable", agrega Daniel Vallejo, encargado de vigilancia del penal.
Meléndez se sienta frente a un proyector y comienza a mover las diapositivas en un notebook. Le da un sorbo a su mate. Los alumnos se entretienen con la regla 11, que habla sobre el fuera de juego. La pantalla muestra un gol anulado a Alexis Sánchez frente a Suiza, en Sudáfrica 2010.
Luego de un nutrido intercambio de opiniones, el proyector muestra la regla 12, sobre faltas o conductas incorrectas. Osorio se apasiona dando ejemplos. En eso está cuando comienza un rápido éxodo de funcionarias. Hay una emergencia en la unidad y sólo permanece un pequeño grupo de alumnos. Tanto Meléndez, como Osorio e Inostroza, se muestran algo desconcertados. Minutos después se sabría que durante el conteo habitual que se realiza en el penal quillotano faltaban dos internas, lo que obligó a un operativo por toda la ciudad.
La clase continúa. Kalule y Yeyo toman las riendas. Hablan del pressing, de la marcación por vigilancia y del retorno lineal. El jugador formado en Cobreloa pone énfasis en las concepciones y principios de juego. Los pocos que se quedaron se entusiasman al ver a su connotado profesor simulando una marca. "No les he enseñado a pegar todavía, les enseño a lo académico y que lo hagan de buena manera; en forma honesta y leal", aclara, risueño.
Son las 16.30 y Meléndez comienza a cerrar su exposición. "Quiero decirles algo. Si la embarro, me avisan", advierte. Y prosigue, en un tono paternal, pero muy directo: "Yo les he hablado de la humildad y la generosidad; de dar la vida por el compañero, ¿cierto? A lo mejor, sus compañeros que se fueron podían necesitar ayuda. Porque esto es un trabajo en equipo. Si ustedes se hubieran ido en ese momento, nosotros lo habríamos entendido perfectamente. Así que ¡váyanse rápido!".
"Hice hincapié que el trabajo en equipo va más allá de aportar sólo con un granito de arena, sino que hay que sentir un compromiso y una generosidad importante por el desarrollo de la labor", reflexiona, cuando ya la sala está quedando vacía.
Como en sus mejores tiempos, Kalule sigue infundiendo respeto. Los funcionarios de Gendarmería agradecen su franqueza y se despiden afectuosamente.