De buenas a primeras, el diagnóstico es el mismo: el documento de 126 páginas donde el candidato presidencial del PS-PPD-PR-PC-IC y MAS, Alejandro Guillier, expone sus bases programáticas tiene demasiado del programa con que Michelle Bachelet volvió a ser Presidenta de la República.

La actual Mandataria regresó de Nueva York dejando su cómoda posición como directora de ONU Mujeres, para aterrizar en 2013 como candidata con un diagnóstico -ampliamente discutido hoy- basado en los estudios del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en los que su jefe de Políticas Públicas, el sociólogo Pedro Güell, trabajó en la década de los 90.

Uno de esos estudios es el que cita entre sus primeras líneas el documento programático de Guillier, que si bien fue lanzado el domingo, fue publicado este lunes en su sitio web.

El texto parte recordando el concepto de "vago malestar subjetivo" plasmado en uno de esos informes del PNUD de 1998, que revolucionaron la sociología de la época e instalaron los conceptos de "desigualdad" y el creciente "malestar social".

Ese es el punto de partida, pues la discusión programática que propone Guillier parte desde el camino marcado por el actual gobierno, tomando la posta de un proyecto que -es altamente probable- quede inconcluso al final de este mandato: el proceso constituyente. "Hoy estamos inmersos en un proceso constituyente, porque el país tomó la decisión de contar con una nueva Carta Fundamental nacida en democracia; terminamos con el sistema electoral binominal y modificamos la ley de partidos políticos, transparentando el funcionamiento y financiamiento de estas entidades, entre otros avances", dice el documento.

El candidato define su propuesta como "profundamente política" y que "busca corregir nuestros propios errores y cambiar el modo de hacer las cosas en Chile".

El documento de Guillier, por cuya ausencia fue tan criticado y que era tan esperado entre los dirigentes que lo apoyan, se sitúa desde la misma visión del gobierno de Bachelet: la promoción de un Estado "que garantiza derechos y deberes". Es en este punto donde reside la mayor similitud conceptual con el programa de la Mandataria, al proponer la promoción de un "estado social de derechos". "Sin una nueva Constitución, no solo nacida en democracia, sino que elaborada a partir de la más amplia deliberación cívica y democrática, no tendremos ese mejor futuro. No podremos salir del presente de desigualdad y abusos que nos impone el modelo neoliberal", se dice.

Aunque la primera medida donde Guillier busca la continuidad es en la profundización de la agenda propuesta por la Comisión Engel -donde propone, entre otras cosas, elevar las penas del cohecho y la negociación incompatible-, las principales áreas que profundizará son las reformas de Bachelet: nueva Constitución, educación y reformas tributaria y laboral.

En educación superior es donde reside quizás el mayor gesto de continuidad, volviendo a una promesa inicial de campaña de Bachelet, pero que se fue diluyendo bajo el imperio de la gradualidad: Guillier propone alcanzar gratuidad con 100% de cobertura, sin especificar plazos.

En su reforma constitucional plantea que el "poder constituyente reside en el pueblo". "El derecho al sufragio se deberá concebir como un derecho y un deber esencial de cada ciudadano", agrega, sin precisar si es partidario de promover la reposición del voto obligatorio. En el mismo acápite promueve una serie de cambios institucionales, siendo el mayor de ellos un régimen "semipresidencial", promoviendo un equilibrio entre las atribuciones del Ejecutivo y el Congreso. Esta es una gran diferencia con Bachelet, quien nunca ha sido partidaria de cambiar el régimen político. En este punto hay otro guiño a Bachelet: dejar el quórum máximo en la mayoría absoluta, cuestión que también estaba presente en el programa de Bachelet, pero que no llegó a puerto. En materia económica, reconoce que no se pueden hacer cambios sin considerar el crecimiento económico. "Las crecientes demandas ciudadanas no pueden responderse sin crecimiento económico". Plantea que los "cambios políticos" son necesarios, pero "sin rupturas, sino con diálogo y acuerdo entre los sectores público y privado".

Propone simplificar la reforma tributaria y estudiar llegar a un sistema desintegrado total, así como una reforma al royalty minero.