El Niño, fenómeno meteorológico que se caracteriza por generar un aumento de precipitaciones en nuestro país, ya está en desarrollo. Así lo aseguró el último reporte de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (Noaa, por sus siglas en inglés), dado a conocer la semana pasada y que fundamenta sus conclusiones por el aumento de la temperatura superficial del océano Pacífico ecuatorial (TSM).

Para decretar el fenómeno, la temperatura del mar debe estar por sobre los 0,5°C durante un periodo de al menos tres meses.

Según el Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas (Ceaza) -de la Región de Coquimbo-  a mediados de año podríamos tener más precipitaciones que a igual periodo de 2014.

"Todo indica que este invierno será más lluvioso que el año pasado, es una buena noticia para la región por el tema de la sequía. Pero hemos puesto enfásis en indicar que no solucionará el problema de la escasez hídrica, es un respiro. No basta un año de lluvia para que se recupere todo el sistema hidrológico de la región", dice Cristóbal Juliá, meteorólogo del organismo.

El análisis del Ceaza indica que un comportamiento similar ocurrirá en el resto de las regiones, aunque estima que todo se mantendrá dentro de los parámetros normales climatólogicos.

Claudia Villarroel, especialista de la Dirección Meteorológica de Chile, señala "con estos datos  de la TSM, el pronóstico de precipitación durante otoño tiende a tener la categoría de 'lluvioso'. No quiere decir que va a llover como invierno, solo que va a llover más que su promedio normal", dice.

¿Lloverá más que 2014 a la misma fecha? No está claro, explica Villarroel. "Lo que si podemos decir es que el otoño del año pasado fue muy seco y la temporada de lluvias comenzó con un solo evento importante a comienzos de junio", aclara.

Sobre cómo será el invierno, la situación es más compleja de predecir. La experta advierte que los pronósticos climáticos son posibles a tres meses. Los relacionados con la temperatura del mar,  en tanto, en algunos modelos van entre los cuatro y cinco meses.

Roberto Rondanelli, investigador del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2, coincide en lo díficil que resulta proyectar lo que pasará en invierno porque hay una pérdida importante de la certeza de las  proyecciones más allá de los meses de abril y mayo. "Después de mayo se puede pronosticar con mayor confianza lo que va a pasar en el invierno. Hay una dispersión de lo que va a pasar, desde condiciones neutras hasta muy cálidas del Pacífico ecuatorial", asegura.

Rondanelli señala que otros organismos, como el Noaa, también realizan pronósticos estacionales sobre lo que sucederá después de mayo, pero señala que no hay que olvidar lo que sucedió el año  pasado, cuando se anunció el fenómeno de El Niño, pero luego se desvaneció.

En este sentido, Villarroel recuerda efectivamente que en marzo del año pasado sucedió algo similar, el mar se comenzó a calentar. "Pero el problema es que no perduró en el tiempo", dice.

La especialista precisa que para  tener un fenómeno más intenso, las anomalías o alzas de temperaturas deben mantenerse al menos por seis o nueve meses en forma consecutiva. "Si no se mantienen después de mayo no vamos a tener un impacto. Cuando El Niño es débil (como lo calificó el Noaa en esta oportunidad)  en nuestro país no repercute tanto", indica.

Sobre el pronóstico del Ceaza, Villarroel explica que los datos disponibles permiten hacer esa proyección. "Como el análisis se hace con la temperatura del mar y está cálida, automáticamente te da lluvioso, pero probablemente  el próximo mes las condición sea distinta".

Sequía

Tal como señala Juliá, hasta el momento la sequía es el gran problema que está enfrentando la Región de Coquimbo y varias regiones del país, y aun cuando los pronósticos auguren más lluvias, no ser suficiente para paliar la dura sequía de los últimos años. De acuerdo al reciente informe de Medio Ambiente 2014 del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), el país lleva cuatro años de déficit de precipitaciones, de los cuales 2013 fue declarado uno de los más secos desde 1866.

Según los datos del INE, a 2013, el último año contabilizado en su reporte, por ejemplo, La Serena cerró con un promedio anual de precipitaciones de 40 mm, la mitad de su promedio histórico.  Peor fue el escenario en el embalse La Paloma, también de la Región de Coquimbo, el que terminó el año con 42 millones de metros cúbicos de agua, en circunstancias que su promedio es de 435 millones de metros cúbicos.