Ucrania celebró este domingo su Día de la Independencia, y los separatistas prorrusos en la ciudad de Donetsk decidieron conmemorarlo con un humillante desfile de unos cuarenta soldados ucranianos capturados en combate.
Bajo un sol ardiente, mientras en la cercanía se oye el retumbar de obuses, los soldados avanzan con la cabeza gacha, manos en la espalda. La muchedumbre les grita "¡fascistas, fascistas!".
"¡Quieren venir aquí, pues ya están!", "¡Están matando a niños!", vociferan los habitantes de este bastión cercado por el ejército ucraniano desde hace más de un mes.
Vuelan las botellas de plástico, la basura. Un soldado tiene la cabeza vendada. Otro, muy joven, asustado, mira de reojo, recibe un proyectil.
La Convención de Ginebra prohíbe que los prisioneros de guerra sean víctima "de ningún acto de violencia o intimidación" de "insultos o curiosidad pública".
"¡Pederastas!" grita otro exaltado en la multitud. Uno reclama la pena de muerte a uno de los rebeldes que marchan junto a los soldados para protegerlos.
El cortejo pasa a los pies de la estatua de Lenin, que mira impávido hacia el horizonte, la mano tranquilamente dentro del bolsillo.
La marcha de Donetsk recordó el "desfile de los vencidos" alemanes organizado por Stalin en Moscú en julio de 1944, hace 70 años.
UNA IDEA DIFERENTE
Tras un cuarto de hora de calvario, los soldados suben a un autobús que parte hacia un destino desconocido.
Una combatiente rebelde, con la cabeza rapada, gafas de sol y un perro pastor alemán, recibe los aplausos de los espectadores. "¡Bravo!" "¡Nueva Rusia (Novorossiya)!", grita una asistente al espectáculo.
"Fue un placer ver a estos bastardos" dice una sexagenaria con orgullo.
"¡Los odio! Miren a toda esta gente que está muriendo bajo sus bombas" añade Svetlana, otra mujer proveniente de Petrovsky, un sector muy afectado por los bombardeos diarios que caen en la ciudad.
"¡No hay otra manera de que entiendan!" grita Liudmila, otra señora.
Durante toda la jornada, centenares de habitantes se congregaron en la Plaza Lenin ante una decena de vehículos militares destrozados o capturados al enemigo. Una mujer se toma una foto con uno de los combatientes, "Chayka", que recibe aclamaciones. Otro, en uniforme, le enseña a su hija de diez años a apuntar con el kalashnikov.
Otra manifestante lee poemas encima de un blindado calcinado en honor de esta "Nueva Rusia" que los prorrusos quieren crear.
Pero algunos se atrevieron a venir al desfile con una idea diferente.
Lidia Vassilievna, de 80 años, ucraniana y orgullosa de serlo, no esconde su desprecio por el acto. Tan solo acudió para presenciar "este lío que han organizado, estos tipos de la República Popular de Donetsk".