Ucrania vivió el jueves una de sus jornadas más sangrientas en nueve meses de conflicto en el este, con la muerte de al menos 34 personas, mientras el ejército abandonaba en manos de los separatistas el estratégico aeropuerto de Donetsk. 

Desde el inicio del conflicto en abril, con la anexión de Crimea por parte de Rusia y el despertar de los separatismos prorrusos en el este del país, más  de 5.000 personas han muerto en los combates entre las tropas leales a Kiev y  los insurgentes, según la OSCE.

El jueves, los ministros de Exteriores ucraniano, ruso, francés y alemán se reunieron en Berlín para continuar las conversaciones de paz, pero el encuentro se revelaría inútil pocas horas después, ante la noticia de la muerte de 13  civiles en un trolebús bombardeado en Donetsk, el peor ataque desde la firma de  los acuerdos de paz de Minsk en septiembre. 

Una decena de personas fueron igualmente heridas, según un primer balance  de los servicios de emergencia de este bastión rebelde.

El gobierno ucraniano acusó inmediatamente a los separatistas del ataque, producido sin embargo en territorio bajo control rebelde.

"El lugar donde el vehículo fue golpeado está situado a 15 kilómetros de la  zona donde se encuentran las fuerzas antiterroristas (nombre dado por Kiev a  las tropas que combaten a los separatistas)", afirmó el ministerio de Defensa  en un comunicado.

El ministro ucraniano de Exteriores calificó el ataque de "tragedia". "Por  estos ataques terroristas, los civiles ucranianos sufren. Rusia debe detener a  los terroristas", dijo Pavlo Klikin en su cuenta de Twitter.

La matanza se producía solo 8 días después de la muerte de otros 12 civiles en un autobús igualmente bombardeado cerca de Volnovakha, a 35 kilómetros al  sur de Donetsk, ataque del que Kiev y los rebeldes se acusan mutuamente.

Diez soldados ucranianos murieron en las últimas 24 horas, según el  ejército, mientras que una mujer falleció en Lugansk y 10 personas más murieron  en Gorlivka, en la región de Donetsk.

CON EL AEROPUERTO CAE UN SÍMBOLO

En el frente militar, el conflicto ha vivido un punto de inflexión con el  anuncio de retirada de las tropas ucranianas del aeropuerto de Donetsk,  posición estratégica y simbólica pese al actual estado ruinoso de la  infraestructura. Los bandos peleaban por su control desde mayo.

Los rebeldes lanzaron una gran ofensiva el 15 de enero para hacerse con las  posiciones defendidas por los soldados ucranianos, apodados "ciborgs" y  elevados a la categoría de héroes por Kiev.

El domingo, el ejército aseguró que había repelido el ataque, pero al final  debieron abandonar su posición, en la nueva terminal del aeropuerto.

"Hemos fracasado en mantener el control de la nueva terminal", admitió un  consejero del presidente Petro Poroshenko, Yuri Biriukov, si bien aseguró que  el aeropuerto "era y sigue siendo una línea de frente".

El fracaso es si cabe mayor, habida cuenta que en agosto debieron retirarse  igualmente del aeropuerto de Lugansk, la otra región secesionista.

El comandante del batallón Azov y diputado del partido Frente Popular,  Andrei Boletski, no podía esconder su amargura: "Negociar ahora es estúpido,  malvado y una traición. Tras una derrota no se puede esperar un armisticio en  buenos términos. No hay nada más humillante e idiota que esperar la compasión  del enemigo", escribió en su página de Facebook.

El ministro de Exteriores ucraniano prefirió considerarlo en términos de  "batalla diplomática" con el gobierno ruso, una batalla en la que, según él,  "nadie ha ganado ni perdido". La situación, mientras, se vuelve más y más  compleja sobre el terreno.