Alto y canoso, de él dicen que es un hombre sencillo. Y muchos en Cuba lo comparan con el actor Richard Gere. Sin embargo, apenas sonríe y no sobresale por su carisma u oratoria. Pero con la muerte de Fidel Castro y la promesa de su hermano Raúl de dejar la presidencia de Cuba en 2018, ahora los focos apuntan hacia él, el primer vicepresidente Miguel Díaz-Canel, quien se perfila como el heredero político natural del actual gobernante isleño.
Nacido en la localidad de Placetas, en la provincia central de Villa Clara, el 20 de abril de 1960, Díaz-Canel es el primer dirigente que nació después del triunfo de la Revolución de 1959 en alcanzar el cargo de primer vicepresidente del Consejo de Estado, supremo órgano ejecutivo de la isla, que preside Raúl Castro.
Su padre trabajó para una cervecería y su madre era una profesora de escuela primaria, según relató a The New York Times alguien cercano a la familia. Después de graduarse como ingeniero electrónico por la Universidad Central de Las Villas en 1982, ingresó en las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), donde se mantuvo hasta 1985. En abril de ese año, entró como profesor a la universidad sonde se formó, donde además se desempeñó como dirigente de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC).
"Solía ser muy popular entre las mujeres, percibido como guapo, alto, 'cool'", afirmó al Times Domingo Amuchástegui, ex funcionario del régimen, quien compartió brevemente con Díaz-Canel al principio de su carrera. "Incluso mi hija lo recuerda como superpopular entre los jóvenes en los años 80", dijo.
Entre 1987 y 1989 Díaz-Canel encabezó un contingente que viajó a prestar "apoyo internacionalista" al gobierno sandinista de Nicaragua, encabezado por Daniel Ortega, aliado de los Castro.
A su regreso, Díaz-Canel se incorporó en 1991 al Comité Central del PCC y ocupó los cargos de secretario general del partido en las provincias de Villa Clara y Holguín. Entonces era usual verlo transitar en bicicleta por las calles, mientras intentaba animar no sólo la economía, sino también la cultura. De su época en la ciudad de Santa Clara destaca la apertura y apoyo al centro cultural "El Mejunje", que sirvió como epicentro del movimiento LGTB en Cuba.
Sus buenos resultados le valieron en 2003 el ascenso al Buró Político del PCC, convirtiéndose en el miembro más joven de este selecto y poderoso órgano de la nomenclatura cubana. Su ingreso se debió a la propuesta del entonces ministro de las FF.AA., Raúl Castro, quien no escatimó en elogios a su protegido: "Tiene un alto sentido del trabajo colectivo y de exigencia con los subordinados y predica con el ejemplo en el afán de superarse cotidianamente".
La vieja guardia
Posteriormente, en 2009, fue designado ministro de Educación Superior, iniciando una serie de reformas dentro del sector universitario. En ese cargo, en el que estuvo hasta 2012, también abogó por mayor trabajo político ideológico entre los jóvenes.
Pero su gran paso lo dio en 2013, con 52 años, cuando fue designado primer vicepresidente de Cuba en sustitución del histórico José Ramón Machado Ventura, actual "número dos" del PCC. "El compañero Díaz-Canel no es un novato ni un improvisado", declaró Raúl, cuando lo designó en el segundo puesto político en importancia de Cuba.
Díaz-Canel es el último sobreviviente de los llamados "delfines del castrismo", un grupo en el que se contaron figuras como Roberto Robaina, Carlos Lage y Felipe Pérez Roque, por solo citar a los que más recientemente fueron defenestrados bajo acusaciones de corrupción, tráfico de influencias y -lo peor de todo- aspirar en su momento a suceder a Fidel Castro.
"El ha canalizado cualquier ambición que podría haber tenido, por lo que la pregunta es cuál será su papel y poder entre la vieja guardia", enfatiza Christopher Sabatini, experto en Cuba en la Escuela de Asuntos Internacionales y Públicos de la Universidad de Columbia.
Por ahora, Díaz-Canel ya ha hecho de la libertad de prensa y de internet una de sus principales preocupaciones. En otros asuntos, no obstante, ha seguido la línea del Partido Comunista o ha evitado referirse en público a temas clave, como las reformas políticas y económicas o las relaciones con Estados Unidos.