Unos 1.500 camiones que distribuyen la mitad de las hortalizas de Venezuela están varados en la ciudad occidental de La Grita, estacionados a la espera de que reabran las vías bloqueadas por las protestas contra el gobierno socialista de Nicolás Maduro.

Y la paralización del transporte de alimentos está acentuando el desabastecimiento y la galopante inflación en la nación petrolera, paradójicamente dos de los detonantes de las protestas que dejaron 17 muertos y cientos de heridos.

Con el occidente de Venezuela convertido en epicentro de las protestas, algunos camioneros suspendieron los viajes por falta de seguridad. Otros apagaron los motores en solidaridad con los manifestantes.

"No solamente podemos perder los camiones, o las cosechas. También podemos perder la vida", dijo Freddy Rosales, un representante de la asociación de productores de hortalizas de La Grita. "Ya nos saquearon un vehículo y quemaron otro".

La Grita es un crucial centro de distribución de Táchira, un estado del oeste de Venezuela que produce la mitad de las frutas y verduras consumidas en este país de 29 millones de habitantes.

Mientras en Caracas las protestas perdían intensidad después de un mes, en Táchira continuaban el viernes los disturbios y saqueos.

El desabastecimiento en esta nación que importa más de la mitad de su comida pero donde los dólares escasean, disparó la inflación a un 56% en el 2013. Antes de las protestas ya faltaban productos básicos como leche y papel higiénico.

Los empresarios calculan que las entregas de mercadería cayeron a la mitad por el cierre de las vías a principios de febrero.

"Hay un incremento de la inasistencia al trabajo y dificultad para mantener normal la distribución de productos de consumo masivo", dijo Eduardo Garmendia, el presidente de la principal cámara de industriales del país Conindustria.

Maduro, que enfrenta su mayor desafío en sus 10 meses de gobierno, sostiene que la oposición y los empresarios buscan ahogarlo económicamente para derrocarlo.

El guión es conocido, asegura el ex sindicalista de 51 años: sembrar el caos para favorecer un golpe de Estado, como ocurrió en el 2002 cuando una ola de protestas sirvió de preámbulo para derrocar brevemente al presidente Hugo Chávez, su mentor muerto de cáncer el año pasado. Aquella crisis incluyó una paraliación de dos meses en la industria petrolera, la principal fuente de ingresos del país.

"Con el paro petrolero perdimos 20.000 millones de dólares y el Producto Interno Bruto se fue para el piso", ha dicho Maduro. "Eso es lo que ellos quieren esta vez".

En el estado central de Carabobo, que concentra buena parte de la industria del país, las barricadas impidieron durante los últimos días la entrada de materias primas y la salida de bienes terminados.

"Las industrias trabajan a media máquina", dijo Damián del Vescovo, el presidente de la Cámara de Comercio de Valencia, la capital de Carabobo.

Y la situación podría empeorar si el Gobierno corta el suministro de combustibles a las zonas de conflicto, como ha sugerido el ministro de Petróleo, Rafael Ramírez.

ANAQUELES VACIOS

Las protestas no sólo impidieron la distribución de comida, sino también el abastecimiento de San Cristóbal, la capital de Táchira, una ciudad gobernada por la oposición.

Testigos de Reuters dijeron que largas filas de automóviles comenzaban a formarse el viernes frente a las gasolineras de esa ciudad de 700.000 habitantes.

Maduro dice que sólo un puñado de alcaldías gobernadas por la oposición mantienen las protestas. Y en un aparente intento por bajar la tensión extendió las festividades de Carnaval, una fecha en que los venezolanos tradicionalmente van a la playa.

Una medida que podría complicar todavía más las cosas, según los comerciantes.

"Cuando vemos los anaqueles vacíos, meterle seis días sin trabajo es delicado", dijo Carlos Larrazábal, vicepresidente de la patronal venezolana de comercio Fedecámaras. "Las decisiones que toma el gobierno en materia de orden político van en contralínea a las soluciones al desabastecimiento".

Los centros comerciales de Venezuela redujeron sus horarios durante el asueto. En Caracas las calles estaban el viernes semi desiertas, con los comercios cerrados.

El nivel de escasez llegó a un máximo histórico de un 28 por ciento en enero. Eso quiere decir que tres de cada 10 productos no estaban disponibles. Y la enorme brecha entre la oferta y la demanda mantiene la inflación en alrededor de un 60 por ciento.

Las filas frente a los supermercados en busca de productos básicos como aceite, arroz o pollo se volvieron un ritual cotidiano en el país con las mayores reservas de petróleo del planeta.

Maduro reaccionó la semana pasada destinando 4.500 millones de bolívares (unos 714 millones de dólares) a importar comida. Eso, dijo, garantizará las reservas para cuatro meses.

Pero en La Grita los camioneros no ven la solución a la vuelta de la esquina.

"Las protestas son de repente", dijo Rosales. "De repente abren el tráfico normal y de repente trancan. A uno le da miedo sacar los camiones para que se los quemen".

"Estamos esperando qué termina de suceder", añadió.