Desde hace ya ocho días que en Francia distintos grupos sindicales se encuentran movilizados para protestar en contra del proyecto del gobierno de Reforma Laboral.
Y es que contrario a comenzar a disminuir, hoy los siete organizaciones gremiales que organizan la protesta, llamaron a redoblar e intensificar las acciones, hasta que al menos sean recibidos por el presidente francés, Francois Hollande, quien pareciera no dar su brazo a torcer y continúa apostando por la firmeza.
Esto incluso ha quitado posición al primer ministro Manuel Valls, que actuaba de interlocutor y que, de acuerdo a analistas, estaría considerando una posible dimisión, señala El País.
Pese a esto, el mandatario refirmó hoy su voluntad de sacar adelante el proyecto: "mantengo mi posición porque pienso que es una buena reforma y que debemos avanzar hacia su adopción".
Desde Japón, el jefe de Estado dijo que la prioridad del Elíseo es "hacer todo lo posible para garantizar el suministro de combustible de los consumidores, garantizar los servicios públicos esenciales y permitir el transporte de todos y el buen funcionamiento de la economía".
Esto ya que ayer activistas sindicales paralizaron centrales nucleares, el transporte público y cinco refinerías de petróleo.
Uno de los puntos conflictivos dentro del proyecto de reforma es el artículo 2, que modifica la legislación laboral para dar prioridad a los acuerdos que se negocien en las empresas sobre los convenios colectivos.
"Este punto y la filosofía esencial del texto debe ser mantenido" afirmó el presidente francés, quien recalcó que se trata de una reforma "de carácter progresista".
Pero otro lado del Ejecutivo, encabezado por el ministro de Finanzas, Michel Sapin, que es uno de los más cercanos a Hollande, cree que si hay margen para dulcificar el punto en cuestión.
Sondeos indican que más del 60% de los franceses apoyan las protestas y están en contra del proyecto de ley.