La tensión entre palestinos parece palparse y los hechos crecientes de violencia parecen respaldar la afirmación de que se podría estar incubando una tercera intifada (levantamiento). El último acontecimiento de violencia se produjo ayer cuando colonos extremistas israelíes incendiaron una mezquita de Cisjordania en un aparente acto de represalia. Eso cuando los últimos días han aumentado los disturbios tanto en Jerusalén Oriental, en Cisjordania y en las comunidades árabes en Israel.
No por nada en un discurso transmitido por la televisión el martes al anochecer, el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu dijo que había ordenado varias medidas de seguridad adicionales a nivel nacional para enfrentar las crecientes protestas árabes. Señaló que había decidido "reforzar las medidas de seguridad en todo el país, destruir las casas de los terroristas, instaurar una política severa contra los que lanzan piedras y cócteles Molotov y multar a los padres de los que tiran piedras".
El ataque a la mezquita se produjo después de dos ataques palestinos separados cuando el lunes murieron por apuñalamiento un soldado israelí en Tel Aviv y una colona en el sur de Cisjordania. Con estas muertes, son seis los israelíes asesinados en ataques cometidos por palestinos de Cisjordania y Jerusalén Oriental, incluidos algunos por atropellamiento. En los dos años precedentes sólo hubo cinco asesinados en las mismas circunstancias.
Analistas israelíes se preguntaron si la escalada de la violencia significaba el comienzo de una nueva intifada. "Esta es la misma canción que todos recordamos de los días de las intifadas. Cuando aún no has tenido tiempo para conocer los detalles del ataque terrorista de la mañana ya estás en el siguiente", escribió el columnista del diario Yediot Ahronot, Alex Fischman.
"Si parece una intifada, se comporta como una intifada, y suena como una intifada, es una intifada", afirmaba Sima Kadmon en Yediot. El analista Nahum Barnea sostiene que él personalmente ve "la intifada en los ojos de los jerosolimitanos: en el temor con el que los padres se separan de sus hijos a la puerta de los colegios".
Pero el ministro de Defensa Moshe Yaalon dijo que era demasiado temprano para afirmar que se esté ad portas de un levantamiento. "No vemos masas saliendo a las calles (en Cisjordania). Lo que vemos en algunos lugares son jóvenes que participan en el terrorismo popular, y principalmente, vemos atacantes solitarios", declaró.
El enojo árabe, que según Netanyahu alienta el Presidente palestino Mahmoud Abbas, se incrementó después de que tropas israelíes mataran a balazos a un manifestante en el sur de Cisjordania el martes. La muerte de ese joven de 22 años cerca de Hebrón se produjo mientras las tropas trataban de dispersar a unos 150 palestinos que lanzaban piedras y bombas incendiarias contra los automóviles que pasaban cerca de la colonia de Kiryat Arba, dijo el Ejército.
Abbas acusó esta semana a Israel de estar provocando "una guerra religiosa".
Además, otro condimento que se ha agregado a este explosivo cóctel es la cada vez más activa campaña de un grupo de extremistas judíos que piden poder rezar en la Explanada de las Mezquitas (o Monte del Templo), en Jerusalén, algo que no permite el ente que administra el lugar.
Pero, en una coincidencia llamativa, que quizás buscaría calmar los ánimos, fuentes policiales israelíes informaron que un guardia fronterizo sospechoso de haber matado a balazos a un joven palestino en mayo durante una manifestación en Cisjordania fue arrestado.
Desde que comenzó la actual ola de violencia, hace cinco meses, con el secuestro y asesinato de tres adolescentes israelíes, al menos 17 palestinos murieron en Cisjordania, de acuerdo con un recuento elaborado por la agencia France Presse.