Deportes Puerto Montt selló anoche su retorno a Primera B, luego de golear con autoridad a San Antonio Unido en un duelo con marcado color albiverde. El goleador del elenco puertomontino, Javier Parraguez, que provocó dos penales (convertidos por Pablo Corral) en el primer tiempo, y que terminó de ajusticiar al SAU con un gran testarazo en el 52' y una buena definición al contragolpe en el 54', fue el gran protagonista del pleito. Un pleito que terminó con los olés de la galería que pusieron fin a tres años de estancia en Segunda.
Pero fue el pitazo final el que desató la euforia en el estadio Bicentenario de Chinquihue. Y es que el conjunto dirigido por Erwin Durán no tenía una empresa fácil ante el cuadro sanantonino. Debía vencer para dejar sin efecto los dos puntos de ventaja con los que su rival había llegado a la fecha final del torneo. Debía, pues, aprender a nadar a contracorriente, como los salmones. Y lo logró. Con argumentos futbolísticos de peso y con la furia que la erupción del Volcán Calbuco imprimió, tal vez, al carácter de sus jugadores.
El triunfo sureño se festejó en toda la Región de los Lagos, pero también en otros puntos del país, como Santiago. Desde su vivienda en la capital, Vladimir Bigorra, ex seleccionado chileno y director técnico de la escuadra albiverde a fines del siglo pasado, lo había vaticinado horas antes. "Sería lindo que el equipo subiera para darle una alegría a la gente del sur, tan afectada por el tema del volcán. Como lo hizo Cobresal con el norte, al proclamarse campeón el otro día", auguraba confiado el ex futbolista, quien disputó el tramo final de su carrera precisamente en El Salvador.
Nueve días después del histórico título logrado por los mineros, son ahora los salmoneros quienes cantan victoria. Tras levantarse, como aquellos, de una catástrofe natural (la erupción del Calbuco, situado 69 kilómetros al noroeste de la ciudad) que había obligado incluso a aplazar el compromiso por la definición del campeonato hasta en dos ocasiones. "Puerto Montt es, como dice todo el mundo, lo que queda más lejos", explica, en tono irónico Bigorra, a propósito de la realidad en la que vive uno de los equipos de fútbol profesional más australes del planeta.
Un lugar en donde el Club de Deportes Puerto Montt vio la luz en 1983, curiosamente el mismo año en que -paradojas de la vida- su adversario de ayer se despidió de Segunda División por última vez. Pero en sus 32 años de existencia, la presencia de los delfines en las principales instancias del fútbol chileno ha sido una constante. Con ocho años de experiencia en Primera División y 18 en Primera B, este nuevo ascenso no puede ser interpretado como una mera coincidencia.
"Yo dirigí dos años al equipo en Primera, pero los tiempos han cambiado mucho. Ahora tienen estadio. Antes no teníamos ni dónde entrenar. Fue una época muy bonita, aunque no pudimos llegar tan arriba como teníamos pensado", lamenta Bigorra, antes de llamar la atención sobre la importancia del apoyo popular que recibe el equipo por parte de su hinchada en aquellas latitudes: "La gente de Puerto Montt llena la cancha en partidos así, y eso tiene un mérito enorme, teniendo en cuenta la categoría en la que juega el equipo".
Y es que el cuadro salmonero ostenta el récord de afluencia de espectadores a un partido de Segunda División en Chile desde que el pasado año casi 10 mil personas siguieran en directo desde Chinquihue el duelo entre su equipo e Iberia.
Una estadística que deberá refrendarse ahora la B, pues desde ayer mismo la X Región vuelve a contar con un representante en la segunda categoría más importante del fútbol criollo: Deportes Puerto Montt, el equipo que resurgió de las cenizas del Calbuco para volver al lugar que le corresponde. Los Hijos del Temporal han vuelto.